La Mentalidad Desarrollista

En esa lógica de acumulación se han formado grupos de poder que controlan las actividades económicas y se han enriquecido. A estos grupos de poder económico no les interesa si otros grupos sociales no tienen nada, no les interesa la distribución de la riqueza, tampoco les interesa si en esa lógica de acumulación se destruye la naturaleza.

Esa lógica de crecimiento y acumulación se reproduce en el imaginario social. A nivel familiar pensamos en tener una casa, dos casas, un auto, dos autos o tener un terreno, dos terrenos. En esta lógica lo importante es tener más que el otro, no importa si el otro no tiene nada.

La lógica de crecimiento en el Estado se expresa en la mayor acumulación, mayor ingreso per-cápita y se mide a través del Producto Interno Bruto que es la totalidad de ingresos por todas las actividades económicas del país.

En la lógica de desarrollo occidental o capitalista se han formado las grandes urbes como México, San Pablo, Rio de Janeiro o La Paz. Estas grandes ciudades han crecido con la mentalidad desarrollista, aunque algunas de ellas, se han convertido en urbes industrializadas como México y San Pablo. Estas ciudades tienen problemas que no van a resolver en 30, 50 o 100 años. Problemas de basura, de contaminación, de delincuencia, de pobreza extrema, etc. El mayor problema de estas sociedades es la desigualdad social donde poderosos grupos económicos mantienen en la pobreza a las grandes mayorías que forman las “favelas” o barrios periféricos.

En Bolivia, en algún momento se pensó en la ciudad – campo, lo que era Cochabamba, pero la infraestructura de cemento le fue ganando al campo. Hoy en día cada vez queda menos tierra para cultivar en el Valle. Esto ocurre por la migración campo ciudad y por la falta de otra forma de planificar el desarrollo.

A partir de estas realidades y del escenario  del debate internacional se plantea la siguiente pregunta ¿para que sirvió el desarrollismo o el desarrollo occidental o capitalista? Tenemos un mundo que está destruyendo la naturaleza y que condena a dos tercios de la humanidad a la pobreza.

En el mundo tenemos un 20%  “más rico” que consume el 80% de los bienes y servicios de la población, y tenemos un 80%  “más pobre” que solo consume el 20% de los bienes y servicios que produce el mundo.  Entonces hemos construido un mundo desigual, donde los ricos están arriba y los pobres abajo muriendo de hambre, estamos hablando de más de dos mil millones de personas en el mundo, que tienen hambre, y eso no es ajeno a Bolivia, seguimos teniendo hambre aquí en los barrios o en las comunidades.

En nuestro país históricamente hemos vivido un modelo mono exportador de materias primas, de recursos no renovables. La plata en la época colonial, el hierro en la época republicana y gas en la actualidad. Seguimos exportando estos productos sin industrialización y son recursos no renovables que se acaban en el tiempo, de aquí a veinte o treinta  años no habrá más gas. Como somos un país que ha quedado rezagado en la industrialización y en el desarrollo tecnológico, los gobernantes están pensando en desarrollar el agro negocio, grandes extensiones de mono cultivos y ganadería a gran escala, no solo para el consumo en el mercado nacional sino para exportar.

Esta visión de desarrollo en vez de resolver nuestros problemas ambientales y contradicciones económicas  puede más bien profundizar las desigualdades sociales. Primero porque implica seguir destruyendo la naturaleza para ampliar la frontera agrícola-ganadera  y habilitar  millones de hectáreas a través de la desforestación de los bosques. Segundo porque no garantiza soberanía alimentaria para los más pobres y los excedentes se concentraran en pocas manos, en manos de grandes inversionistas privados.

Tenemos el ejemplo del Brasil, es el tercer productor mundial de alimentos pero esos alimentos no llegan a la mesa de millones de brasileños que aún viven en la pobreza. Es decir, se prioriza la exportación y el ingreso de divisas para el beneficio de grandes empresarios. O el caso de Argentina que era el granero de América pero ha sustituido sus cultivos por soja transgénica para la exportación.  Bolivia va por el mismo camino, peor aún si seguimos alentando la producción de soja en Santa Cruz que está provocando la  concentración de tierras en manos de extranjeros.

¿No sería más importante priorizar y fortalecer al pequeño  productor, a la agricultura  familiar, a la agricultura ecológica que son los que alimentan a la población? ¿No sería mejor apoyar a la tecnificación del agro para recuperar tierras improductivas y aumentar la productividad de las mismas?  ¿No sería más importante que exportar alimentos, garantizar con políticas públicas que todos los bolivianos tengan alimentos adecuados y con calidad, todos los días del año?

Por otra parte, el desarrollismo en su concepción, deja en segundo lugar la producción y el desarrollo humano y prioriza la  infraestructura, la construcción de carreteras, puentes, escuelas, centros de salud, coliseos, estadios y producción de energía eléctrica. Con esta lógica, existe la idea de que hay desarrollo y que estamos construyendo la base de la industria, la producción y el progreso.

Basta mirar el reflejo de sociedades que han transitado por este camino. En ningún caso, han resuelto el problema de las abismales desigualdades económicas  y principalmente de la pobreza. La infraestructura de producción, si no va acompañada de políticas públicas equitativas, beneficia en primer lugar a los grupos de poder económico que tienen acceso al gran capital y a la tecnología. Estos grupos monopolizan las actividades económicas  y acaparan las tierras para  producir a gran escala para exportar, en vez de priorizar la producción de alimentos para el mercado interno.

La infraestructura de educación y salud son prioridad del Estado pero si no va acompañada de un desarrollo humano  adecuado no habrá mejor calidad de estos servicios. Si no existe una formación  crítica, reflexiva y transformadora no podrá ser una educación liberadora. Si no especializamos a los profesionales médicos con  vocación de servicio,  no podrán resolver los problemas de salud de la población.

La mentalidad desarrollista se reproduce como una especie de colonialismo externo e interno. Seguimos pensando que el modelo de desarrollo occidental resolverá los problemas de nuestra sociedad cuando en realidad profundiza y multiplica los problemas.

Por eso es necesario descolonizar esa mentalidad a través de la construcción de espacios de reflexión crítica y de construcción de nuevos modelos de desarrollo alternativos al capitalismo. El problema está en que los grupos de poder que enarbolan la construcción de una nueva sociedad repiten en la práctica el mismo modelo desarrollista de explotación irracional de los recursos naturales y de construcción de grandes infraestructura.

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Fobomade

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