23 Oct
2012

Vladimir Orsag PhD*

Esta noticia parece ser muy importante para todos los bolivianos y especialmente para los productores del Altiplano sur que, a pesar de las adversidades y principalmente de la falta de apoyo  de los gobiernos de turno, no han sabido visualizar a tiempo la importancia de este cultivo para la alimentación de la humanidad (el alto valor nutricional de la quinua se debe a  que contiene importantes  proteínas y aminoácidos, que están muy por encima de otros cereales como el trigo y arroz).  Ante esta situación, su cultivo  adecuado y sostenible,  es  una de las pocas  alternativas que tienen los agricultores de esta región y  el país para apoyar la mentada soberanía alimentaria y, por otro lado, generar ingresos económicos por su exportación con valor agregado.

La falta de un apoyo serio y decidido por parte de los gobiernos en décadas pasadas para  promover  la producción de los cultivos andinos (quinua, cañahua, y otros), la implementación de políticas públicas a cargo de profesionales poco éticos y el libre acceso a variedades y germoplasma de la quinua por parte de científicos extranjeros que llegaron al país bajo el paraguas de la cooperación, ha provocado que nuestro material genético llegue a diferentes países y actualmente se cultive o esté en proceso de cultivarse en  EEUU, Francia, Brasil  y otros.

Esta lamentable realidad, hace pensar que si no definen estrategias y políticas de investigación para su producción sostenible, los  recursos naturales de estas  zonas originarias (suelos, praderas y recursos hídricos) corren el riego de degradarse de manera acelerada  y  de perder su capacidad productiva, generando serios problemas socioeconómicos para los productores.

La alta demanda que existe por este alimento a nivel mundial está determinando que las prácticas tradicionales pasen a un segundo plano y  que la frontera agrícola se esté incrementando  con ayuda de maquinaria agrícola de manera alarmante en las zonas planas (praderas de tholares y otros) donde se practica la ganadería (actividad complementaria de gran importancia para el cultivo de la quinua), provocando un desequilibrio de los ecosistemas  y  entre las áreas dedicadas al cultivo y la ganadería (caso Altiplano),  las mismas que  en los sistemas tradicionales eran manejadas  de manera  equilibrada y racional.

En la actualidad su cultivo es de manera casi continua (monocultivo), con arado de discos en grandes extensiones y disminución de los periodos de descanso.

Por tanto, las propuestas para una mayor producción de este importante cultivo y el deterioro acelerado de  los recursos naturales de esta región del país, deberían ser un motivo de gran preocupación de  los gobernantes, investigadores y productores, no a partir del  año 2013, sino desde el momento que se promulgo  la Ley 144 sobre la Revolución Productiva Comunitaria Agropecuaria para que a corto plazo (disposiciones transitorias)  y en base a  políticas que permitirán revolucionar la producción de alimentos básicos se pueda  garantizar la seguridad  alimentaria de los bolivianos.

En ese sentido,   es importante y necesario encarar estos problemas de manera seria y urgente en base a una investigación  integral continua, liderada por el gobierno a través del INIAF, en base a los resultados y trabajos realizados por la UTO, FAUTAPO, UATF, UMSA y otras, para evitar la pérdida de la fertilidad de los suelos y el deterioro del medio ambiente en general.

Sin embargo, preocupa la noticia difundida por ERBOL en la que se asegura que el Director Ejecutivo del Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) afirmó que en unos años más los municipios de tierras bajas, particularmente del departamento de Santa Cruz, se convertirán en productores de quinua debido al cambio climático.  Este anuncio, estaría asociado a la tropicalización de la quinua por parte del Brasil para lo que probablemente se utilicen técnicas nada convencionales (transgénicos).

En el marco de las leyes vigentes en el país y dado que el 2013 es el Año Internacional de la Quinua, sería conveniente que el INIAF presente a consideración de las universidades, asociaciones  de productores y otros, las propuestas y políticas que piensa desarrollar a   corto, mediano y largo plazo para que  estas zonas quinueras  no se sigan deteriorando  y a futuro  puedan producir  la quinua real de manera sostenible.

Por otro lado, como la UTO está promoviendo  la creación del   Centro Nacional de la Quinua en Salinas de Garci Mendoza, sería importante que el gobierno a través del INIAF apoye esta iniciativa tan importante para generar tecnologías sostenibles, en base a trabajos de investigación  con las otras universidades del país (UATF y la UMSA), FAUTAPO y otras fundaciones. Para lograr el éxito de las investigaciones es fundamental  el apoyo incondicional  y continuo del gobierno central y las gobernaciones y municipios así como de los productores, los mismos que  deben ser parte de este cambio como gestores y sujetos de su propio desarrollo.

A fin de  lograr a futuro una producción sostenible de la quinua en base a un manejo adecuado de los recursos naturales (suelos, praderas nativas  y  agua), así como su comercialización apropiada (¿Challapata  es un centro de contrabando de autos chutos o también de la quinua?) es necesario validar prácticas para el manejo adecuado de las tierras frágiles  del Altiplano y que se basan en los siguientes principios (Orsag 2010):

Remoción mínima del suelo (actualmente la labranza convencional con maquinaria agrícola para el cultivo de la quinua permite una alteración marcada del suelo) Mantener los suelos cubiertos con coberturas vegetales  en lo posible durante todo el tiempo (los suelos luego de la cosecha de la quinua y barbechado para la siguiente siembra quedan desprotegidos durante varios meses del año y expuestos a los agentes de la erosión (viento,  lluvias y otros).  Rotación de cultivos, para evitar el cultivo continuo de la quinua en base a una rotación de cultivos.

Por las condiciones edafo climáticas extremas y aspectos socioeconómicos complejos de la región, es necesario validar estas prácticas  en base a una investigación científica y técnica adecuada  durante varios años.

Por otro lado, es importante trabajar en la intensificación de la producción, para lo cual es fundamental el manejo de la fertilidad del suelo a nivel predial y del espacio de la comunidad,  con ayuda de  prácticas agronómicas, mecánicas y biológicas recomendadas.

Hasta el momento parece que el INIAF no está pudiendo cumplir a cabalidad su misión, visión y objetivos para apoyar la soberanía alimentaria y la revolución productiva debido a su presupuesto insuficiente o nulo para la investigación, la falta de continuidad e institucionalidad  de los cargos jerárquicos  y de  los investigadores y técnicos de algunos programas, entre otros. Es fundamental que el gobierno del presidente Morales  retome  el papel central de la investigación por el Estado cuyo papel protagónico fue eliminado durante el gobierno de Sánchez de Lozada. Las investigaciones del INIAF deben estar orientadas a resolver los problemas centrales que aquejan a la agricultura de las diferentes regiones del país, y principalmente del occidente, en base a las demandas  que tienen los productores. Además las  propuestas de solución deben ser  viables  a nivel técnico, económico, social y ambiental.

Si analizamos la situación agropecuaria en los  países vecinos, veremos que la producción de alimentos es muy importante dentro de sus  políticas, tanto  para garantizar la demanda de alimentos a nivel interno como para la exportación  con valor agregado. Para tal efecto, cuentan con Centros de Investigación Agropecuaria y los apoyan adecuadamente con el propósito de  fomentar e impulsar el desarrollo agropecuario en base a la generación de  tecnologías adecuadas, variedades  resistentes a diferentes problemas,  manejo sostenible de sus recursos naturales y otras demandas. Este apoyo esencial de los  gobiernos a la investigación  está  justificando que la inversión a corto, mediano y largo plazo en  investigación agropecuaria,  que incluye salarios de investigadores, logística, equipamiento, capacitación de cuadros, etc., a la larga llega a ser rentable para el país.  Esto, siempre y cuando,  estos centros sean manejados con independencia,  responsabilidad y  principalmente sin la injerencia política.

Ante esta situación, preocupa que aun no estén bien definidas las inversiones que hará el gobierno con fondos del tesoro para apoyar la investigación y, por otro lado, que aún no se haya avanzado en la institucionalización de los cargos de los investigadores y técnicos. Esta situación incierta no es aconsejable para una investigación seria, continua y efectiva que aporte con soluciones reales a los problemas que aquejan al área rural y además permita un  seguimiento a  los diferentes proyectos agropecuarios que se emprenden,  varios de los  cuales   quedan  a la deriva. Depender de fondos internacionales para la investigación puede crear cierta dependencia a la investigación nacional y condicionar la prioridad de lo que se investiga.

Por otro lado, preocupa de gran  manera  que  algunos  componentes  imprescindibles para  la  producción agropecuaria (agua, producción agrícola, tierras, suelos) siguen atomizados en diferentes Ministerios o Vice Ministerios impidiendo una coordinación  adecuada  para  dar respuestas ágiles a los problemas que se  presentan durante la gestión agrícola, como presencia de plagas y enfermedades nuevas,  desastres  naturales  y otros problemas relacionados al mercado y globalización. Asimismo, algunos departamentos del Ministerio de Agricultura como el de Suelos, fueron  eliminados en la primera gestión del actual gobierno,  lo que determinó que importantes  estudios de suelos realizados para gran parte de las zonas con potencial agropecuario quedaran en el olvido o se perdieran.

En ese sentido, es necesario recalcar que para que este instituto de investigaciones cumpla con sus objetivos, visión y misión y apoye realmente  a la producción agropecuaria, debe tener un carácter descentralizado e independiente  a nivel  financiero, además debe contar con el apoyo incondicional y recursos suficientes y continuos del Estado. Asimismo, es imperante la institucionalización de los cargos jerárquicos y de los investigadores y otros, condición fundamental  para  la  continuidad de la investigación a corto, mediano y largo plazo. La  no injerencia política en la designación de cargos debería ser  otro de los  requisitos para que la investigación  funcione adecuadamente  y sea el componente esencial para apoyar  a la mencionada Revolución Productiva, generando tecnología adecuada, variedades resistentes  a los cambios climáticos, manejo de suelos, plagas y enfermedades, maquinaria agrícola y aperos de labranza, adecuados a los diferentes tipos de suelos, clima y cultivo, ganadería, forrajes y  manejo de praderas, sistemas agroforestales, riego, etc..

Una de las trabas para una  investigación agropecuaria efectiva y seria  es que  el año agrícola difiere del año normal sobre el cual basa su manejo la gestión administrativa. En ese sentido, para lograr una mayor eficiencia sería importante que para las  investigaciones y  proyectos agropecuarios  la gestión administrativa  se  adecue   al calendario agronómico   y de esta manera  no se tenga  problemas  con la asignación fluida de fondos especialmente durante los meses con mayores actividades (noviembre a abril), donde generalmente todo el manejo económico está semiparalizado.

El manejo integral de plagas y enfermedades y protección vegetal es otro tema importante, debido a  los cambios climáticos  que están generando una mayor incidencia de plagas y enfermedades con mayor intensidad y variedades,  principalmente en sistemas de monocultivo como se maneja actualmente la quinua, provocando pérdidas importantes. Al ser nuestro país uno de los centros más importantes de biodiversidad en el mundo, se debe trabajar en la protección de nuestras variedades de tubérculos, raíces, granos y otros para crear nuevas variedades adecuadas a los cambios actuales. Asimismo debemos conocer con mayor profundidad sus cualidades nutritivas y alimenticias.

La agroindustria, debido a que los mercados en que participa el país exigen productos agroindustriales que requieren materias primas de alta calidad y procesos agrícolas de gran productividad, también deben ser considerada entre otros temas.

Si bien la  Ley de la Revolución Productiva, pretende impulsar la mecanización del área rural, promoviendo y facilitando el acceso  a la mecanización del agro ya que aliviana y facilita las labores de campo, su uso inadecuado y excesivo, puede favorecer el deterioro de suelos frágiles  a nivel de sus propiedades físicas, químicas y biológicas, hasta la erosión de los mismos tal como sucede en el Altiplano sur. Por ello es muy necesario impulsar la capacitación de los productores en el uso adecuado de los mismos y, por otro lado, que  el Instituto  Nacional de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (INIAF) cuente con un departamento técnico de investigación  para estudiar estos temas en diferentes lugares del país  y se pueda trabajar en la investigación de aperos y  equipos adecuados a las  condiciones locales (tipos de suelo, clima y cultivo). Actualmente  a nivel mundial existe una tendencia  a disminuir el uso excesivo de la maquinaria agrícola (labranza convencional) y más bien trabajar  el lo que se denomina labranza conservacionista que tiene el propósito de alterar el suelo lo menos posible y así evitar su deterioro.

Como el manejo integral del espacio comunal está desapareciendo o debilitándose por la  ampliación de la frontera agrícola, todos  los municipios  del país  deberían contar  con  un  Ordenamiento Territorial a nivel de sus comunidades con el propósito de  conocer  las cualidades y limitaciones de sus suelos y sus otros recursos y así determinar y planificar pautas para su  uso sostenible.

Ante esta realidad, es importante que el Año Internacional de la Quinua sirva no solo para seguir promocionando sus bondades en el mundo, sino para buscar soluciones orientadas a garantizar  su producción sostenible en el Altiplano Sur y Central.

* Docente investigador emérito. Facultad de Agronomía-UMSA

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