Algunos defienden un “uso compartido de las tierras”, en donde la producción agrícola se lleva a cabo en complejos paisajes multifuncionales. Otros prefieren “el ahorro de tierra”, es decir, maximizar la producción agrícola en tierras ya cultivadas o marginales, de modo que se puedan destinar otras áreas para la conservación de la biodiversidad.
Aunque el debate en torno al “ahorro de tierra” versus “el uso compartido de tierra” se presenta como una opción o blanca o negra, (como se puede apreciar en este artículo: http://news.mongabay.com/2011/0901-hance_landsaving.html), en realidad existen varias tonalidades de gris en la planificación del uso de la misma, dependiendo de la interacción de una multitud de factores geográficos, ecológicos, económicos, sociales y políticos. Sorprendentemente, existen pocos estudios exhaustivos que presenten ejemplos reales acerca del potencial para ahorrar tierra o usarla en forma compartida con fines agrícolas y asociados con beneficios para la biodiversidad.
Es oportuno entonces que Victor Gutíerrez-Vélez y sus colegas hayan publicado recientemente los resultados de su investigación sobre los diferentes sistemas de expansión de la palma aceitera en la Amazonia peruana y su impacto sobre la conversión de los bosques. Utilizando técnicas de teledetección y con el apoyo de investigación de campo, Gutíerrez-Vélez y colegas pudieron realizar una comparación entre la expansión de la palma aceitera de escala industrial con alto rendimiento y sistemas de bajo rendimiento establecidos por pequeños agricultores, y determinar cómo estos dos sistemas se integraron a los usos actuales de tierra. Sus resultados son sorprendentes.
Gutíerrez-Vélez y colegas determinaron que aunque las plantaciones de bajo rendimiento de los pequeños agricultores registraron la mayor expansión de palma aceitera (80%), sólo el 30% resultó en una conversión directa del bosque. Sin embargo, la expansión de alto rendimiento, aunque reduce el área total destinada para alcanzar las metas de producción, resultó en un aumento del 75% en la conversión de bosques maduros. Es evidente los resultados de esta investigación van en contra de lo que piensan aquellos que defienden el ahorro de tierra como un medio para lograr la producción agrícola y la conservación de la biodiversidad.
Entonces, ¿por qué resultó la producción de palma aceitera de alto rendimiento en una mayor pérdida del bosque? Gutíerrez-Vélez y sus colegas especulan que la expansión está íntimamente relacionada con la tenencia de la tierra. Las tierras que ya han sido desmontadas, más apropiadas para la agricultura de alto rendimiento, se caracterizan por tener una tenencia insegura, por lo cual con frecuencia están en disputa. Para muchos intereses comerciales es más sencillo adquirir tierra forestal propiedad del Estado, evitando así las complicaciones sociales y políticas que pudieran generar los conflictos de tierra. Por otro lado, la mayor parte de la expansión de palma aceitera por parte de pequeños propietarios tuvo lugar en tierras que ya habían sido taladas, y donde debido a que no hay mucha demanda de tierra es más fácil negociar los derechos de tenencia.
Una complicación adicional identificada por Gutíerrez-Vélez et al. se refiere a la existencia en Perú de un entorno económico favorable para la agricultura comercial, tales como el apoyo político, rebajas en los impuestos y subsidios, que constituyen incentivos importantes para la conversión de bosques maduros. Los autores concluyen que el otorgamiento de incentivos similares para promover la expansión en tierras marginales o en áreas que ya han sido taladas tendría un efecto considerable sobre las tasas actuales de conversión de la tierra. Aunque Perú no es un productor importante de palma aceitera, los incentivos actuales para aumentar la producción probablemente resultarán en la conversión de más bosques maduros: una tendencia preocupante en varios lugares del trópico.
Gutíerrez-Vélez y sus colegas muestran las complejidades sociales y políticas detrás de conceptos aparentemente simples como el “ahorro de tierra” y “uso compartido de tierra”. Sin duda, todavía nos queda mucho camino por recorrer a fin de poder conciliar la producción agrícola para una población que sigue en aumento con la preservación de nuestros recursos naturales cada vez más reducidos.
El autor es investigador sénior del Centro para la Investigación Forestal Internacional.
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