Vladimir Orsag*

A pesar de que la región  tiene escasas precipitaciones (por debajo de 200mm), bajas  temperaturas en gran parte del ano y suelos de baja fertilidad natural, es sorprendente ver  como este  cultivo se desarrolla  en estas condiciones donde:

La mayoría de los  suelos del Intersalar, según diferentes estudios muestran que predominan son de textura arenosa (contenidos de arena por encima de los 75%)  y contenidos importantes de grava (>30%), situación  que hace que los suelos se encuentren gran parte del año con humedades escazas en razón de que no tienen una buena  capacidad de retención de  agua y nutrientes en su  perfil.

Por otro lado, la reacción (pH) de estos suelos  es  fuertemente alcalina  a moderadamente  alcalina lo que incide en la disminución de la disponibilidad de algunos nutrientes como Mn, Cu, Zn, B y Fe, en general son  suelos No Salinos.

De acuerdo a los estudios del PIEB (Orsag, et al 2010) en tres zonas de Quillacas, Bengal Vinto e Irpani, entre los minerales principales que presentan los suelos del área están las andesinas, sanidinas, labradoritas, muscovitas y biotitas, minerales que pertenecen  al grupo de las plagioclasas, micas y otros, los mismos que contienen elementos mayoritarios (>2%) como el silicio, aluminio, hierro y por otro lado algunos  nutrientes (elementos mayores) para las plantas  como el potasio y calcio. Sin embargo, debido  al déficit hídrico marcado que existe en la mayor parte del año y a las temperaturas bajas, gran parte de estos nutrientes no son muy disponibles para las plantas ya que la mineralización bajo estas condiciones es lenta.

Entre los elementos trazas (<0,2%) que destacan en estos minerales,  se tiene a otros elementos mayores (nutrientes) importantes para la quinua como el fosforo y magnesio. También destacan algunos  metales pesados como el plomo y cobre y por otro lado el sodio.

Debido a los contenidos muy bajos de  arcilla (< 10%) y MO que presentan los suelos de la región, estos  no forman agregados estables, condición importante para evitar el arrastre de las partículas del suelo por el viento o agua. Así mismo, estos bajos contenidos de coloides (inorgánicos y orgánicos),  incide en la Capacidad de Intercambio Catiónico (CIC), que en la mayoría de los casos fluctúan entre muy bajos a moderados. Entre las arcillas más representativas de estos suelos se tienen a las  Illitas del grupo  2/1 con potasio interlaminar, Colinitas   tipo 1:1, Montmorillonitas del tipo 2:1 y Cloritas, las mismas que en la mayoría de los casos, tienen baja capacidad  retención de nutrientes y agua (a excepción de las arcillas tipo 2/1, pero que son muy escasas).

1Ing Agrónomo, PhD, Docente Emérito-UMSA, miembro de la SBCS

Según Swift y Woomer (1991), la materia orgánica (MO) ha sido considerada tradicionalmente como uno de los factores fundamentales de la fertilidad de los suelos debido a que es el reservorio de alrededor del 95 % del nitrógeno edáfico importante para el crecimiento de las plantas. Como el contenido de la MO en estos suelos es muy bajo, no  influye favorablemente sobre algunas propiedades físicas tales como la estructuración y la estabilidad de sus agregados, la porosidad  del suelo, almacenamiento de agua, movilidad del agua y aire y su temperatura. Así  mismo,  al margen de influir en la CIC, también juega un papel importante por su poder tampón y filtro frente a posibles problemas de contaminación como metales pesados, también favorece la actividad microbiana importante para la mineralización de la MO y formación del humus y disponibilidad de algunos nutrientes indispensables para las plantas.

Los contenidos de humedad en los suelos del área,  como en gran parte del Altiplano, están íntimamente relacionados a las precipitaciones pluviales que se dan durante el año. Como en la región,  las lluvias no sobrepasan los 200 mm anuales y los suelos son de  texturas gruesas, estos no retienen suficiente cantidad de agua,  factor importante para el desarrollo de los   cultivos, en razón de que este elemento actúa  como vehículo para el transporte de los nutrientes del suelo hacia los tejidos de las plantas. Por otro lado, por los  cambios climáticos y al aumento de los meses con déficit hídrico, la baja capacidad de los suelos de retener suficiente humedad debe ser motivo de preocupación y estudios posteriores.

En base a estos resultados, se puede indicar que los suelos de gran parte del  Intersalar y del Altiplano Sur son de baja fertilidad  natural,  a lo que se suma su fragilidad y una aptitud reducida para ser  utilizados bajo una agricultura  mecanizada.

Sin embargo, por las presiones económicas mencionadas y  a pesar de sus  limitaciones que presenta este recurso, el cultivo de la quinua se está incrementando  en el Altiplano Sur con ayuda de la mecanización, aumentando los riesgos para se aceleren  los procesos de degradación de los  recursos naturales (suelos, cobertura vegetal y agua).

En ese sentido, preocupa de gran manera que el sistema convencional (mecanizado) haya  reemplazado en gran parte del  Altiplano Sur al sistema tradicional  de  cultivo de la quinua (remoción mínima del suelo), y por lo tanto el  mal  manejo de suelos y del  propio cultivo de quinua son preocupantes como:

El monocultivo

Es de conocimiento general que en la mayoría de las zonas quinuera del Altiplano Sur, la quinua se siembra  de manera casi continua en la misma parcela (con intervalos de un año de descanso), aspecto nada favorable para mantener la escasa fertilidad de sus  suelos.  Diferentes estudios de investigación llevados a cabo en varios países y en Bolivia,  han demostrado que la  siembra de un cultivo de manera continua  en un mismo terreno (monocultivo), provoca su  deterioro paulatino (degradación de sus propiedades físicas, químicas y biológicas, con la consiguiente pérdida de su capacidad productiva y  la disminución  de los rendimientos  (Orsag, 1984).

La práctica del  monocultivo incide de gran manera sobre el deterioro del recurso suelo debido a los siguientes aspectos como:

No permite el mantenimiento o mejoramiento  de la fertilidad del suelo, en vista de que la siembra continua de un cultivo no permite el uso equilibrado de los  nutrientes del suelo.

Favorece  la reproducción de plantas dañinas, así como de plagas y enfermedades, incrementando las pérdidas de las cosechas y los gastos en plaguicidas.

La preparación del suelo y su manejo es similar cada año (profundidad de preparación y otros), aspecto que favorece la formación de la suela del arado, compactación y otros.

No contribuye  a la estabilidad de las cosechas.

Disminución de los Periodos de Descanso

La  siembra del cultivo de quinua en la misma parcela  casi de manera continua, está produciendo que los periodos de descanso de la parcela se reduzcan sustancialmente, de 5 o más años a uno o dos. De la misma manera,  en la actualidad la siembra en el sistema de mantas (práctica tradicional de las comunidades) está sufriendo una reducción marcada de los periodos de descanso, debido a que ya no disponen de  4 o más mantas, que permitía una rotación entre estas, luego de su utilización en el cultivo de quinua durante un año.

Considerando la alta fragilidad  y baja fertilidad  de los suelos del   Altiplano Sur y al clima extremo de la región, el periodo de descanso practicado de manera tradicional en los sistemas de producción agrícola del Altiplano Norte y Central por varios años (8 años o más), permitía de alguna manera  restablecer algunas  propiedades físicas,  químicas y biológicas de los suelos  y por consiguiente su fertilidad natural (Orsag, 1984 y  Herve, Didien y Riviere, 1994).

En ese sentido, la disminución de los  periodos  de descanso en las zonas quinueras, son otra de las causas para el deterioro del recurso suelo y por lo tanto, bajo las  condiciones de producción arriba mencionadas, es difícil y complicado el  manejo sostenible del recurso suelo.

Mecanización Agrícola y Ampliación de la Frontera Agrícola

Ante la alta demanda que existe en el mercado internacional en los últimos años por este grano andino,  y a sus precios interesantes, se ha  intensificado su cultivo en el Altiplano Sur, incrementándose para tal fin,  el uso de maquinaria agrícola (tractores) y sus implementos como el arado de discos.

Según  Denker (1961), el laboreo convencional del suelo, ayuda a corto plazo  a mejorar su estructura, mezclar  el terreno  para que todos  los elementos nutritivos naturales o   incorporados, se puedan distribuir  homogéneamente  en la capa arable, también favorece el mullimiento y  la aireación del suelo compacto, favoreciendo su  humedecimiento y almacenaje de aguas. Sin embargo, según diferentes reportes a nivel mundial, la labranza  convencional (con maquinaria agrícola), tiene a mediano y largo plazo serias consecuencias negativas sobre las propiedades del suelo y su fertilidad (especialmente en  suelos muy frágiles de las zonas secas del mundo). Bajo el laboreo continuo, los suelos  pierden paulatinamente su estructura, se van compactando, y pulverizando. Así mismo, existe una  disminución de su  drenaje interno, tasa de infiltración del agua, oxigenación  y  del contenido de materia orgánica, lo que se refleja a mediano plazo en el aumento del lavado de los suelos por erosión, menor desarrollo radicular y por último la disminución de los rendimientos.

Como los  contenidos de MO son  muy bajos en  los suelos del Altiplano,  el laboreo continuo favorece aun más su perdida por mineralización y perdida acelerada de los restos orgánicos  y algunos nutrientes importantes  para las plantas ( N y P).

Por otro lado, la  masificación de la mecanización en el Altiplano sur,   está provocando la ampliación irresponsable de la frontera agrícola, con la consiguiente alteración del ecosistema y un desequilibrio marcado entre las áreas dedicadas al cultivo y la ganadería, las mismas que eran manejadas  de manera  equilibrada en los sistemas tradicionales. La disminución de las praderas nativas y de las actividades pecuarias está provocando una reducción de la producción de estiércol y por lo tanto su incorporación al suelo, tanto en el tiempo como espacio es menor.  Si bien, la maquinaria agrícola simplifica las tareas de campo ante la falta de mano de obra, preocupa que su masificación en estas tierras frágiles del Altiplano Sur,  no esté apoyada con el asesoramiento técnico adecuado para el  uso de implementos adecuados de  acuerdo al tipo de suelos,  humedad del mismo y otros aspectos. La ampliación de la frontera agrícola  está  permitiendo que se habiliten grandes extensiones, sin respetar el tipo de suelos,  su aptitud  y sin  recurrir a prácticas adecuadas complementarias para aminorar el efecto de los vientos (como   cortinas rompe vientos  y  otros). En estas zonas planas a casi  planas del Intersalar, en los meses secos del año y cuando los suelos estas desprotegidos (luego el barbechado y cosecha de quinua), los vientos alcanzan  velocidades que superan los 16 Km h-1(QUINAGUA, 2009), lo que provocan el arrastre y perdida de suelos por erosión eólica. Las  tormentas de tierra en esta región, son  cada vez  más frecuentes  y son indicadores de la desertificación que está sufriendo la región,  la  misma  que no solo puede afectar  al medio ambiente  y a sus recursos naturales, sino también, al propio hombre.

El  barbechado del suelo,  que se practica entre los meses de enero a marzo, y la cosecha de quinua entre abril a mayo, si bien ayuda a acumular el agua de las lluvias, dejan los suelos desprotegidos  durante gran parte del año. Esta situación, coincide con  la  época seca y cuando la incidencia de los vientos es mayor,  provocando  la pérdida de la humedad del suelo en cantidades que superan los 60% y su arrastre (erosión). De la misma manera, luego de la cosecha de la quinua (abril a mayo), los suelos quedan completamente desprotegidos (los rastrojos se utilizan para otros fines) durante los meses secos del año y sometidos a perdidas innecesarias de agua.

A esto se podría sumar algunos otros factores   que conducen  hacia la desertificación como:

Falta de Políticas nacionales, departamentales, municipales  y/o de programas ambientales adecuados en las organizaciones  productivas de la región.

Falta de una Ley de Suelos y su Normativa en el país,  para  permitir  el uso racional  de este recurso.

Insuficiente educación, capacitación y divulgación de la protección ambiental entre los productores  y los sectores económicos directamente involucrados  con el tema.

Falta de sensibilización e indisciplina tecnológica entre los productores (especialmente entre los residentes).

Desarraigo de las tecnologías tradicionales y conocimientos locales.

Falta de un Ordenamiento Territorial a nivel municipal o comunal con el fin de utilizar el recurso suelo de acuerdo a su aptitud.

Insuficiente ritmo de aplicación de medidas de protección de los recursos naturales

Por otro lado, las presiones económicas por este cultivo,  están provocando  la sobreexplotación de la tierra, afectando a mediano y largo plazo principalmente a los productores más pobres  de la región, los que se ven presionados  a obtener alimentos y una fuente de ingresos a través del uso irracional del  recurso suelo y cobertura vegetal.

Si bien diferentes instituciones ONGs, Universidades, Fundaciones y otras, están trabajando en el Altiplano Sur con el objeto de   buscar alternativas para el cultivo sostenible de la quinua,  como  el manejo de la fertilidad de los suelos, manejo de plagas y enfermedades, barreras vivas   y otros,   se ha evidenciado que en la mayoría de los casos las propuestas  que se  recomiendan son muy puntuales y por lo tanto insuficientes. Por otro lado, algunas prácticas recomendadas, no son muy efectivas debido a que no  han sido evaluadas con la rigurosidad científica necesaria. En muchos casos,  las prácticas de manejo propuestas son aisladas e individuales  y no  atacan de manera integral  y efectiva  los problemas  y  los factores arriba mencionados.

Por otro  lado, estas instituciones, en la mayoría de los casos  están trabajando de manera separada y aislada en la búsqueda de soluciones a la problemática de la producción de quinua con criterios y estrategias diferentes.  Además existe una  carencia marcada de un sistema de extensión que permita una divulgación de los resultados de investigación y propuestas  tecnológicas solidas que lleguen  a todos los productores.

En ese sentido, es importante promover la creación de un ente responsable de la investigación para el Uso y Manejo Integral  de los Recursos Naturales y  la Producción  Sostenible de la Quinua. En ese sentido, se requiere crear en Centro de Investigaciones, el mismo que debería estar ubicado en una zona representativa del  Altiplano Sur.

Este Centro de Investigaciones, debería estar liderizada por las Universidades Públicas de esta región (UTO, UATF y UMSA) y contar con el apoyo internacional y del  Gobierno Central y Departamentales, con el objeto de investigar y generar propuestas técnicas adecuadas, para lo cual se requiere un tiempo mayor a 6 años. Para esto, también es primordial la participación incondicional de los  gobiernos locales y de los productores  ya que estos no deben ser considerados como beneficiarios, sino deben ser parte de este cambio como gestores y sujetos de su propio desarrollo.

En este Centro de Investigaciones, se debe validar de manera participativa prácticas integrales  y complementarias para el manejo de la fertilidad del suelo a nivel parcelario y predio familiar y por  otro lado  validar propuestas para evitar el deterioro de los recursos naturales en el predio familiar y  el territorio de la comunidad con una visión integral del espacio. Estas prácticas a ser validadas deben estar orientadas  a cumplir con los  tres  principios básicos necesarios para regiones semiáridas y suelos frágiles:

Remoción mínima del Suelo

Mantener protegida  la superficie del suelo la mayor parte del año con ayuda de coberturas vegetales y coberturas muertas

Practicar la Rotación de cultivos

Por otro lado, la investigación de posibles alternativas para el uso sostenible de los recursos naturales en el cultivo de quinua, no va a ser suficiente  si no va acompañada de las siguientes acciones:

Promover la gestión integral del territorio municipal yo comunal como instrumento  para el manejo  sostenible de sus  recursos naturales, a través de estudios de Ordenamiento Territorial,  creación de leyes,  normas y reglamentos.

Fortalecer la capacidad institucional del municipio, de las Organizaciones productivas y de Base, para el uso y manejo integral y sostenible del suelo a través de su  estructuración  y equipamiento adecuado,  así mismo, la capacitación de sus recursos humanos y la institucionalización de los cargos es fundamental para darle la continuidad necesaria.

Desarrollar  un sistema de información y banco de datos  sobre el recurso suelo (aptitudes, limitaciones, avance de la degradación, etc.)  a nivel regional, departamental, provincial y  municipal es de suma importancia.

Difundir y retroalimentar información sobre el estado,  uso y manejo del suelo para la planificación, prevención control y seguimiento  del aprovechamiento  y manejo del recurso.

Recuperar la complementariedad que existía entre las actividades agrícolas y ganaderas con el objeto de producir la suficiente cantidad de estiércol, factor fundamental  en el  manejo de la fertilidad de los suelos.

Normar y reglamentar el uso de los  suelos  a nivel nacional, regional, departamental y comunal.

Así mismo, considerando que gran parte de la  economía de los pobladores de la región gira alrededor de la producción de quinua, es muy riesgoso apostar  solo a este cultivo, debido a que los cambios climáticos que se están presentando en esta última década con mayor intensidad y frecuencia, como  temperaturas elevadas, sequias y  heladas, además una mayor incidencia de plagas y enfermedades, puede  provocar mayores pérdidas en la producción en grandes superficies  y afectar seriamente la economía de los  productores, por lo tanto, es importante   diversificar las actividades económicas  de los productores y del municipio.

  • Docente investigador emérito. Facultad de Agronomía-UMSA
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