Los pueblos indígenas de la Amazonía confrontan al neoliberalismo

El gran geógrafo inglés David Harvey ha afirmado que en esta etapa tardía del capitalismo neoliberal y global el proceso de acumulación del capital toma una nueva forma que él denomina «accumulation by dispossession», es decir acumulación por despojo o acumulación por pillaje. La acumulación por despojo es el motor del neoliberalismo que aspira a mercantilizar todos los elementos de la naturaleza y del mundo e incluso del universo: todos los recursos, tierras, aguas, aire, animales, plantas, minerales, paisajes y sobre todo la gente pueden y deben ser mercantilizados. Es decir, tienen un precio y el capital los puede tomar (no solamente comprarlos) y disponer de ellos para su propio beneficio y ganancia.

Verdugos de la Naturaleza

Causa envidia el modo de vida de comunidades indígenas en rincones de Brasil. Mientras ellas se organizan en función de sus necesidades y costumbres propias, sin la desconfianza de que los “representantes” no cumplan bien su papel, los hombres urbanos de la “civilización” buceamos en el desorden, la violencia y el irrespeto al propio medio de supervivencia.

¿Por qué es necesaria una organización política indígena autónoma?

Es curioso, aunque no sorprendente, que cada vez que surge una voz o propuesta indígena en el Perú para organizarse políticamente en forma autónoma, como lo han hecho, desde años atrás, diversos líderes Quechuas, Aimaras, Amazónicos, y recientemente Alberto Pizango y la construcción de “Alianza Alternativa Para la Humanidad” (APHU), surjan los reparos, objeciones, temores, sea en forma bien o mal intencionada. 

LA CRISIS EN LAS ANTíPODAS

La gran recesión de 2008 llegó hasta los rincones más alejados de la Tierra. Aquí, en Australia, se refieren a ella como la CFM: la crisis financiera mundial.  Kevin Rudd, que era primer ministro cuando sobrevino la crisis, aplicó uno de los planes de estímulo keynesiano mejor concebidos por país alguno del mundo. Comprendió que era importante apresurarse a actuar, con dinero que se gastaría rápidamente, pero que había riesgo de que la crisis no acabara pronto. Por eso, la primera parte del estímulo consistió en subvenciones en metálico, seguidas de inversiones, que tardarían más en ejecutarse.