«El etanol resulta hoy el único reemplazo posible, ante la crisis del transporte por la declinación de la producción mundial de petróleo», confesó recientemente Kiril Sokoloff, asesor de directores financieros, grandes corporaciones, fondos de pensiones y gobiernos en todo el planeta.

«Hay 900 millones de carros en el mundo. Tan solo en Estados Unidos circulan 250 millones, y la tasa a la que se están produciendo autos eléctricos es muy lenta, menos de un millón al año. Dentro de los próximos 20 años la única solución será el etanol», comentó a la revista colombiana Dinero.

En la actualidad, la producción de agrocombustibles devora más de un tercio de la producción mundial de cereales, según la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

También lo confirman el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y el Banco Mundial (BM), entre otras entidades.

Según el BM, un tercio del maíz norteamericano se utiliza para producir etanol y la mitad de los aceites vegetales de la Unión Europea se destina a fabricar biodiésel.

Hoy, aquel alcohol se ha convertido en el principal combustible alternativo a la gasolina en Estados Unidos, donde se produce el 53 por ciento del maíz mundial. Este país y Brasil aportan más del 70 por ciento del etanol global.

Políticas, subsidios y grandes financiamientos gubernamentales incentivan en estas naciones el uso de dicho producto como fuerte sustituto de los derivados del petróleo.

Pero, según las conclusiones de la última conferencia anual del Consejo Internacional de Cereales, celebrada en Londres, la fuerte demanda actual de estos granos y sus altos precios ponen en riesgo la seguridad alimentaria de los países menos desarrollados.

El maíz es el más importante del África subsahariana y de América Latina, además de ser el principal cultivo para los sectores pecuario, porcino y avícola en Asia, región donde se concentra más de un tercio de la población mundial.

Incluso, este uso sería otra vuelta de rosca, a lo que ya le espera a la agricultura de esas naciones, como consecuencia del calentamiento global y el cambio climático.

En la medida que los agrocombustibles han ido copando espacios en la economía mundial, han ascendido igual los precios de múltiples alimentos de la dieta básica de millones de latinoamericanos, africanos y hasta de ciudadanos del Primer Mundo.

En el 2008, los precios del maíz, principal materia prima de la industria del etanol estadounidense, subió hasta un 44 por ciento en solo 15 meses.

Además del encarecimiento cada vez mayor de la tradicional tortilla mexicana, las afamadas pastas alimenticias italianas se encuentran en capilla ardiente.

La FAO reporta que el precio del maíz en los mercados de Uganda, Kenya y la República Unida de Tanzania está 80 por ciento más alto que dos años atrás.

Según expertos, los precios de los cereales continuarán en ascenso durante los próximos 10 años, al extremo de preverse hasta un 40 por ciento o más de aumento, en lo que influye su uso como combustible alternativo.

También, ese empleo está elevando los consumos de agua, grandes cantidades de pesticidas y petróleo.

En Estados Unidos, aseguran analistas, cada litro de etanol de maíz gasta tres de gasolina, y producirlo emite otros gases contaminantes, mucho más nocivos que el dióxido de carbono.

El último Reporte de Oferta y Demanda Mundial de la USDA, muestra que no alcanzará el maíz de la cosecha 2009/2010 para satisfacer la demanda global, aún cuando resultó bastante exitosa en relación con otros cereales.

Al cierre del primer trimestre del año, la producción mundial de maíz ascendía a 803 millones 700 mil toneladas.

Los números difundidos por el organismo estadounidense exponen un aumento de cinco millones 860 mil toneladas de este grano, en relación con lo estimado.

No obstante, el mismo informe refiere que el consumo mundial se acerca al nivel histórico de 810 millones de toneladas, estimulado por la demanda interna de Estados Unidos y China.

Los estadounidenses requerirán este año 23 millones de toneladas más (282 millones 300 mil toneladas), que el año anterior (259 millones).

El 80 por ciento de ese incremento está sustentado por el uso del maíz como materia prima del etanol.

El Congreso de ese país destina más de seis mil millones de dólares para subsidiar la producción de ese agrocombustible.

Tal respaldo, refieren los expertos, ha reconfigurado el uso del suelo agrícola y del mercado de alimentos.
Se estima que sustituir el 10 por ciento de la gasolina que allí se consume -los planes hablan del doble- requerirá concentrar el 43 por ciento de toda la superficie agrícola estadounidense en la producción de maíz, exclusivamente para etanol.

Por su parte, China -con más de mil 400 millones de habitantes- requerirá en el 2010 de 159 millones de toneladas de maíz, sobre todo para alimento animal.

Este incremento, siete millones de toneladas más que lo consumido en la pasada cosecha, representa tres veces menos que lo demandado hoy por Estados Unidos.

Además del valor nutritivo del maíz, razón que lo ubica entre las principales locomotoras de la economía mundial, este grano es considerado ya como el petróleo amarillo, por sus más de tres mil 500 usos comprobados.

Hasta la industria farmacéutica produce 85 tipos de antibióticos con maíz y lo usa para recubrir la aspirina, los analgésicos y en la fórmula de sueros intravenosos.

Todos los días, centros de estudios mundiales, investigadores, renombradas universidades, encuentran un nuevo empleo a este grano, devenido fuente segura para alimentar bolsillos y tanques de gasolina, mientras mil 20 millones de seres de esta Tierra no encuentran hoy qué llevarse a la boca.

* Periodista de la redacción de temas globales de la agencia cubana Prensa Latina.

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