Bolivia: Ideología dominante en la pre Cumbre Climática de los Pueblos

Un error teórico conduce a un error político. Mientras esperamos a la constitución de un Tribual de Justicia Climática», al reconocimiento global de la Pachamama como sujeto de derecho, a la reducción del 50% de las emisiones de dióxido de carbono, o aquellos miles de millones de dólares de la Deuda Climática, mientras… queda menos tiempo para comprender y adaptarnos como sociedad a la verdadera realidad del clima: estamos entrando a un pico de frío de una nueva glaciación, fenómeno precedido por un breve período de calentamiento. ­

Así es el clima de Gaia, con largos y milenarios fríos, algunos siglos de calor conocidos como los «óptimos climáticos» que se dan en períodos interglaciares. Y es justamente del clima de la Madre Tierra de lo que no se habló en la pre cumbre climática de los pueblos en Bolivia. El acuerdo previo alcanzado en dicho evento, tuvo como base de interpretación del comportamiento del clima, a un discurso ideológico burgués, no científico.

Fue llevando adelante por agentes inconscientes de rol que desempeñan como reproductores de la ideología dominante. Su aparato emisor matriz: el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

El falso discurso burgués sobre el supuesto cambio climático también se expresó – por ejemplo – en la frase de un dirigente indígena durante dicha Pre Cumbre: «El cambio climático alteró la naturaleza del medio ambiente al generar grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) que emiten las industrias de Estados Unidos, Asia y Europa».

Esto es demagogia anticapitalista, a pesar de las buenas intenciones del emisor. Es ya sabido que la actividad volcánica de la Tierra y en el Mar, es la que emite mayor cantidad de gases y vapor a la atmósfera. El análisis de gases retenidos en muestras de hielo obtenidas a distintas profundidades en Antártida y Groenlandia ha permitido conocer la concentración de dióxido de carbono atmosférico durante los últimos 150 mil años.

Desde hace milenios que existen épocas con más dióxido de carbono en el ambiente que en la actualidad, salido de las constantes erupciones volcánicas en los miles de cráteres activos a lo largo de la Tierra y el Mar. En esos tiempos desde luego que no había industria capitalista contaminante.

Hay más de 1.500 volcanes activos en el mundo. Cada volcán en periodo de actividad puede verter a la atmósfera millones de toneladas de CO2. El Teide, volcán apagado, emite 7.800.000 toneladas al año, el Poás (en Ecuador) pasó de 45 toneladas diarias a unas 500 toneladas diarias en plena erupción. La tasa de emisión difusa de CO2 en el Irazú se estimó que pasaba 183 mil toneladas al año. Habría que multiplicar esta cifra por los miles de volcanes en calma o en actividad eruptiva.

Otro ejemplo del falso discurso climático fue una de las posiciones oficiales en el Evento, que planteaba: «Lo que genera el cambio climático es el modelo consumista, depredador que ahora vive el planeta». Asumir esto como cierto es haber caído en el discurso de la clase dominante a la cual pretenden enfrentar, éstos han de estar conscientes del verdadero futuro climático y quieren encubrirlo.

Mejor que creamos en un estadio imposible de «óptimo climático permanente» con variaciones de algunos grados, e ilusamente hacernos suponer que podemos lograr un «cambio climático» con reducciones en emisiones de gases.

Se empeñan en esta batalla de las ideas para seguir especulando, para que las propiedades mantengan su valor y no colapsen los mercados o el precio de las acciones, ante la fría novedad. Así la opinión pública, los pueblos, no enfrentan la posibilidad de una caída abrupta y brutal de las temperaturas.

Hasta ahora, de lo que conocemos, ninguna de las alternativas ideadas por los movimientos sociales de Bolivia tiene un carácter científico como solución al problema que plantean. Es más, su planteamiento del problema tiene en sí en sesgo insalvable… creer que el calentamiento actual tiene causales y soluciones antrópicas.

Juzgar a la petroleras por impactos ambientales, suponer que la gran industria capitalista detendría sus emisiones pútridas a la mitad o frotarnos las manos de ansiedad ante el cobro de dólares, es conjeturar que tenemos mucho tiempo por delante y desconocer la actual coyuntura del clima global y las auténticas variantes que influyen en él: los astros, el mar, los volcanes, nuestro sol, el movimiento de la tierra.

Y por lo tanto, no abordamos el meollo del asunto: como sobrevivir como sociedad local y global, ante el impacto climático socio-ambiental del advenimiento infranqueable de un pico de frío en plena glaciación.

Pedir justicia, dinero o menos contaminación, a estas alturas, podría ser un error. Bolivia no tiene que repetir argumentos burgueses e imperialistas, repetir Copenhagen, la Cumbre de Rio, el Tratado de Kyoto. Lo importante ahora, tanto como la energía de subsuelo, lo son nuestros agricultores y médicos tradicionales, sus herramientas y conocimientos. Lo importante es viabilizar y garantizar a corto y mediano plazo un sistema de abastecimiento de energía, agua, alimentos y medicina a toda la sociedad.

Hogares y fábricas han de estar ubicados y construidos o mejorados para ser capaces de soportar inclemencias extremas. Conocimientos, agua, semillas y energía para los bolivianos y sus vecinos de la Abya Yala. Invertir esfuerzos para cuidar semillas originarias, fruto de la milenaria domesticación genética llevadas adelante por comunidades indígenas, tiene mil veces más valor inmediato y de largo plazo, que batallar pidiendo «al primer mundo» más dinero.

En rigor, no hay tal «cambio climático». Ningún fenómeno climático llega a ser global. La energía se desplaza, si enfría en un lugar, calienta en otro. De hecho, es el calentamiento del Mar, no de la Tierra, lo que vivimos. Durante el pico de frío en una glaciación, el norte de la Abya Yala se vive una «Edad de Hielo», mientras que en el sur, tendremos algo más parecido a una «Edad de Diluvio». Estaremos agitados por el 30% de la energía del planeta que circula en la Corriente del Golfo, estacionada y aletargada a lo largo de las costas del Mar Atlántico, desde Brasil hasta el Caribe.

Si ha de hacerse un referéndum, que sea para determinar si decidimos, aunque sea por precaución, si debemos tomar medidas urgentes en ambos casos: por el breve período de calentamiento actual y el larguísimo frío cercano. Ello sólo sería una novedad revolucionaria en el debate mundial sobre el clima, en el que imperan los argumentos ideológicos de la ONU. Llevemos a México, a la Décimo Sexta Conferencia Climática de los países, argumentos nuevos y reales.

Hacer política en este sentido, sin considerar la historia del clima, sin advertir nuestras capacidades complementarias de abastecernos de energía y alimentos, traerá pronto como resultado un vagar sin rumbo en una solitaria estepa de hielos o aguas, sin fin.

El clima de la Tierra se comporta según sus ciclos naturales y vivimos sus alteraciones sin novedades en el tiempo geológico. Si en algo ha afectado la industria capitalista al clima, es en un micro nivel, muy local. A menor masa de bosque, mayor velocidad de viento y agua en el ambiente, y con ello, mayor erosión del suelo y menor refracción del calor y retención de humedad. Esta ley se aplica tanto a las grandes urbes capitalistas y su área metropolitana, como en tierras afectadas con monocultivos industriales.

El especialista Jabubiló Abdusamatov director del Observatorio Astronómico Púlkovo, o el periodista Luis Carlos Campos, son algunas de las fuentes de consulta que advierten sobre el ciclo en el que estamos inmersos. Este último, durante una entrevista en que se le pregunta:

Afirma que el cambio climático conduce a una glaciación. ¿Podría concretar en qué se basa? Responde: «Me baso en ciencia. Me amparo en los ciclos solares que son los que rigen el clima y las temperaturas y no el C02 como nos venden los calentólogos, científicos que se basan en simulaciones por ordenador y hablan de calentamiento global. Especulaciones prefabricadas hechas para engañar y pedir dinero… Los ciclos solares son matemáticos. Hay manchas cíclicas que regulan el clima del sistema solar. Cuando desaparecen, nos enfriamos. Según los ciclos nos acercamos a una mini glaciación que empezará en 2012, en el inicio del ciclo solar 24. En 2030 entramos en el mínimo de Gleissberg, llegando al pico en 2080-90. Cuando esto pase nos congelaremos, como en el siglo XVII con el mínimo de Maunder: El Ebro se congelaba y había icebergs en Baleares». También es consultable la Wikipedia, que ilustra profusamente al respeto de las glaciaciones en el planeta.

La eliminación del capitalismo no tiene nada que ver con los ciclos climáticos del planeta. Sin embargo nuestra sobrevivencia como sociedades, en este nuevo estadio del clima, sí tiene mucho que ver con el Modo de Producción dominante.

* Licenciado en Relaciones Internacionales – emirartin@gmail.com

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