Con ello, un producto de calidad de exportación para los mercados más exigentes del mundo, ingresa por primera vez a los hogares de las familias trabajadoras del país, portando valores nutricionales, ambientales y sociales hasta entonces fuera del alcance de las familias asalariadas del país. Esto es el reflejo de un cambio profundo en el marco de la soberanía alimentaria, que implica que los mejores productos pueden alcanzar a las familias de los trabajadores bolivianos, favoreciendo a los productores campesinos.  

La recolección de castaña es una actividad extractivista, ya que el acopio y quebrado garantizan la reproducción de la planta y precisan de la existencia de un bosque intacto. La castaña es un producto boliviano, más del 73 por ciento (%) de la producción se recolecta en Bolivia y el resto en Brasil y Perú. De su producción vive más del 60% de los pobladores pandinos, aunque en las zonas rurales los pobladores sobreviven casi exclusivamente de ella. Alimenta una de las industrias más prósperas de la región, pero las ganancias que genera, generalmente, no se distribuyen equitativamente entre todos los actores, siendo explotados los castañeros del bosque. Por ello surgieron las cooperativas, como resultado de las luchas campesinas por buscar un mejor precio para su producto y mejores condiciones para los recolectores. 

El sistema comercial 

La producción de castaña nació ligada al sistema de barracas, una forma de producción que data del siglo XIX, cuando se inició la explotación de la goma. Como los habitantes de los bosques amazónicos no eran suficientes y además eran esquivos, fueron trasladados grandes contingentes de trabajadores hacia la Amazonía, al mismo tiempo que se eliminaron numerosas tribus indígenas de las cuales hoy quedan pocos representantes. Se trata de un proceso de exclusión basado en el habilito o sistema de crédito, implementado para someter a los recolectores a través de las normas de control y sanciones establecidas en las barracas para el control de los recursos naturales por parte del patrón. De a poco se fueron creando las comunidades libres, las que fueron organizándose y liberándose, pero el sistema del habilito persiste y, cada año, miles de zafreros son trasladados al bosque para la recolección en las barracas y en los nuevos latifundios.   

Hoy, la castaña ocupa el primer lugar entre las exportaciones agroindustriales, seguida de la soya. El 2008 el precio alcanzó valores muy altos, llegando a 2.55 dólares la libra. Pero el 2009, si bien la crisis mundial afectó la demanda, las cifras extremadamente bajas pagadas por los acopiadores, empresas y barraqueros a los campesinos extrativistas, no reflejan los precios en el mercado mundial.  

El proceso de cambio que hoy se vive en el Norte Amazónico tiene su origen en las luchas campesinas, iniciadas con la marcha indígena campesina del año 2000, que partió precisamente de Cobija, Pando, cuando cada marchista portaba años de explotación, luchas y conflictos, poco comprendidos y menos apoyados. Las luchas por defender el bosque del saqueo de la madera, de la quema para convertirlo a la ganadería, con el único fin de acaparar tierras por parte de latifundistas, políticos y traficantes extranjeros, camuflan el interés económico por un producto que cada día adquiere mayor importancia no sólo para esa zona, sino para todo el país.  

Un producto valioso  

En diciembre de 2008, por impulso de las organizaciones pandinas apoyadas por  el senador Abraham Cuéllar, el Ministerio de Desarrollo Rural convocó a la Mesa Social de la Castaña, reuniendo a las organizaciones sociales, productivas, cooperativas y sus aliados, que en dos días de trabajo pusieron sobre el tapete sus propuestas, dificultades, necesidades y potencialidades en torno al producto esencial de la región. El objetivo trazado fue avanzar en la política amazónica de la castaña, reconociendo la explotación a la que son sometidos los campesinos extrativistas, las dificultades de las cooperativas campesinas para el acceso a la tecnología, al crédito, al asesoramiento en la búsqueda de mercados internacionales y nacionales.  La segunda Mesa Social no se ha realizado aún, pero, en enero de 2009, empresarios, barraqueros, latifundistas y las organizaciones del sector se reunieron en Riberalta con instancias de gobierno para demandar un subsidio gubernamental y mayores créditos para el sector empresarial. 

Con el ingreso del producto de las cooperativas campesinas al subsidio prenatal y de lactancia se marca un hito histórico, según Viador García, gerente de la Cooperativa Integral Agroextractivista Campesinos de Pando Ltda. (CAIC). Y es que, por primera vez, el mercado nacional se abre para la castaña de las cooperativas campesinas, puesto que, hasta ahora, ellas tuvieron que buscar sus mercados internacionales en competencia desigual con las empresas del sector, sin el apoyo de gobiernos, bancos o donaciones como sus pares empresariales.  

En este momento, un producto único por su contenido de selenio y ácidos grasos omega 6, con enormes propiedades nutricionales, preventivas e incluso curativas, que se recolecta del bosque amazónico intacto, cuya importancia social y económica lo hace un producto netamente boliviano, acompaña a otros productos estrella campesinos en el subsidio: la miel de ANPROABOL y la quinua de ANAPQUI.

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