TIPNIS: ¿Destruyendo los vínculos comunicativos del territorio?

El choque de bruces que se está dando el gobierno del presidente Morales en el TIPNIS, por su insistencia en llevar adelante una consulta post proyecto carretero, desinformada y sin consensos con las organizaciones indígenas como estableció el Tribunal Constitucional, lleva a pensar que cuando eliminaron el Viceministerio de Planificación Territorial del Ministerio de Planificación, los administradores gubernamentales también borraron de su léxico y de sus políticas, el concepto de Territorio.

Hubert Mazurek, investigador del IRD y docente de la Maestría de Geografía Humana de la UMSA, concibe el territorio como construcción social con base en los actores y retoma la definición de Maryvoone Le Berre: “El territorio se define como la porción de la superficie terrestre apropiada por un grupo social con el objetivo de asegurar su reproducción y la satisfacción de sus necesidades vitales (Mazurek, 2006. Espacio y Territorio, UPIEB-IRD).

Bajo estos conceptos, El TIPNIS es realmente un territorio producto de la actividad de los pueblos yurakarés, chimanes y mojeños que lo habitan. Ellos tienen una historia de persecución, que data de más de un siglo atrás, cuando escapaban de las reducciones y posteriormente del enganche cauchero, cuando huyen de los comerciantes, de los jatateros o colonos, en la actualidad. Esos pueblos indígenas se apropiaron del territorio, construyendo una identidad asociada al manejo de un espacio con características naturales muy particulares. La presencia de la Cordillera y los ecosistemas que crea en su abrupta caída, la altísima pluviosidad, -la mayor del país-, la vinculación territorial relacionada con la navegabilidad de los ríos, todo ello sumado a las presiones externas, fueron intensificando los intercambios y relaciones sociales e interétnicas, dentro y fuera del territorio. El TIPNIS es el resultado de la construcción y la dinámica de acumulación de conocimientos, vivencias colectivas e individuales, prácticas de producción y manejo de los recursos abundantes y escasos y de la regulación de las relaciones sociales a través de normas internas que se resumen en las estrategias territoriales ahora visibles.

En consecuencia, con lo que se dan de bruces los funcionarios del gobierno, no son simplemente comunidades resistiendo un evento electoral, que fácilmente podría resolverse con la distribución de espejuelos, computadoras y motores, como esperaban concretar los planificadores de la consulta en las comunidades de Santa Clara y San Pablo. Con lo que se encontraron las brigadas gubernamentales fue un territorio con identidad, cuyos actores, los pueblos que lo habitan, están decididos a defender su historia, su pasado, su presente y también su futuro.

Por esto, resulta extraordinariamente torpe el decomiso de las radios a dos comunidades del TIPNIS que rechazaron la consulta tardía: Nueva Esperanza y Pampita, hecho denunciado por el expresidente de la Subcentral TIPNIS, Adolfo Moye. El decomiso ocurrió justo cuando el mundo se aprestaba a celebrar el Día Mundial de los Pueblos Indígenas, establecido por la Asamblea General de Naciones Unidas, el 23 de diciembre de 1994 y que en el 2012 se concentró en el tema: «Medios de comunicación indígenas: empoderando las Voces Indígenas».

Mientras a nivel mundial se desplegaban esfuerzos para destacar la importancia de los medios de comunicación indígenas en el combate de los estereotipos, la proyección de su identidad, la comunicación con el mundo exterior y su capacidad para influir en la agenda política y social,  y el Relator Especial de Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, James Anaya, enfatizaba su importancia para el mantenimiento de las lenguas indígenas, así como para el ejercicio y defensa de sus derechos, y porque “pueden reducir la marginación y la mala interpretación de sus propias voces”, en Bolivia el gobierno desmantelaba las radios de dos comunidades del TIPNIS con el propósito de evitar que sus voces se amplifiquen.

Los pueblos indígenas están utilizando cada vez más los medios de comunicación y las redes sociales para dar a conocer y defender los derechos que están amenazados principalmente por actividades relacionadas con industrias extractivas y megaproyectos que tienen lugar en los territorios indígenas. Para ello precisan de los instrumentos de comunicación: radios de comunicación, acceso a telefonía e internet para informarse e informar, para apoyarse mutuamente, para movilizar información externa e interna, apoyar la producción, la organización, la acción social, en fin, fortalecer los vínculos comunicativos del territorio.

El presidente de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), Antonio Vargas, señaló que dejar sin radios a las comunidades de Nueva Esperanza y La Pampita del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) es coartar el derecho a la información que tienen los pobladores del lugar.  “Es contrario al derecho de acceso  a la información que tiene la ciudadanía, también contrario a la posibilidad de ejercitar su libre albedrio sobre la base de una opinión bien informada” (Erbol).

El caso llegó a su extremo con el comunicado del SERNAP, la institución nacional encargada de velar por la protección de las áreas protegidas en el que asegura que las radios son de su propiedad  absoluta y que ninguna comunidad puede reclamarlos. Como si las radios y los campamentos de guardaparques no estuvieran alojados en un territorio titulado, en comunidades que los acogen, les prestan apoyo en su trabajo, les dan techo, alimento y sobre todo, han sido, desde que existe el SERNAP, la punta de lanza de la defensa territorial frente a las amenazas a la conservación de las áreas protegidas.

Tendrían que informarse los ministros, viceministros y todo el gabinete, que en los territorios indígenas, la gestión del área protegida es de coadministración, por tanto no hay propiedad institucional exclusiva. Los recursos pertenecen a la Coadministración SERNAP/organización indígena.

¿Quitarles las radios a las comunidades indígenas?  ¿Sinsentido, exabrupto, extremo de desconsideración, abuso de poder? Remembranzas del pasado cuando el autoritarismo pretendía que a base de represión e incautando los medios de comunicación –entonces en manos de los sindicatos mineros–  se podían acallar las voces que exigían la vigencia de derechos y reclamaban por la democracia. La historia ha demostrado que esos propósitos han sido derrotados.

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Fobomade

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