Esperanza de justicia para los pueblos indígenas aislados de Bolivia

La expedición fue coordinada entre la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB), la Central Indígena de Pueblos Originarios de la Amazonía de Pando (CIPOAP) y el Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (FOBOMADE) y se realizó entre la segunda quincena de septiembre y la primera semana de octubre del presente año. De las labores de campo participaron integrantes de las dos últimas instituciones.

Los expedicionarios reconocieron un amplio sector de la cuenca baja del río Negro y del río Abuná, éste último límite natural entre las repúblicas de Bolivia y Brasil. Administrativamente, los territorios explorados forman parte de la provincia Federico Román, en el norteño departamento de Pando.

La defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas aislados en la Amazonía es una lucha permanente, de carácter siempre urgente y que busca no sólo salvaguardar la vida de seres humanos que no desean tener contacto con nuestra sociedad dominante, sino también reparar el daño histórico causado a esos mismos pueblos y a otros, muchos de ellos lamentablemente ya desaparecidos, que fueron víctimas de siglos de genocidio y etnocidio. Ese es el caso del otrora populoso pueblo Pacahuara –cuyos últimos representantes contactados viven en la comunidad de Puerto Tujuré, en la provincia Vaca Díez del departamento de Beni, a donde fueron trasladados por misioneros evangélicos norteamericanos–.

Por ello, insisto, es destacable este esfuerzo efectuado entre dos organizaciones sociales y una instancia de activismo socioambiental, ya que rompe cierto inmovilismo y la burocracia al que parece condenado el tema por parte de algunas instancias que deberían sumarse con mayor claridad y más empeño a las tareas de protección. De allí que la Expedición Pacahuaras 2009 puede ser considerada como el inicio y el primer paso exitoso del proceso integral de defensa de los últimos pacahuaras aislados. En la última reunión de coordinación entre los impulsores de este proceso, realizada en Cobija la semana pasada, se acordó reiniciar las labores de campo durante la segunda quincena de diciembre.

El resultado más relevante de este emprendimiento, aparte del reconocimiento fáctico de los ríos mencionados, ha sido constatar que la ideología y las creencias de los habitantes de la selva certifican como un hecho indudable la presencia de hermanos pacahuaras aislados al interior de la floresta.

El sertanista brasileño Sydney Possuelo, el más reconocido defensor de indios del mundo, siempre me insistió en el hecho que afirma la gente, quien fuera, que vive en la selva en condiciones de aislamiento relativo es el primer dato relevante para justificar las acciones de protección de los aislados. Los moradores de la selva que habitan fronteras interiores que ellos tampoco cruzan por miedo o donde realizan visitas esporádicas donde vivieron los testimonios que relatan, son una fuente primaria esencial. Desde ya, nosotros aceptamos esta visión ideológica que contrasta con la de los depredadores de la selva, quienes siempre la ven como un territorio vacío.

Como antecedente, en el caso de los toromonas, cuando se propició la creación de la primera zona de reserva absoluta existente en territorio boliviano (creada en agosto de 2006 al interior del parque nacional Madidi, en el sector noroccidental del departamento de La Paz), se aplicó ese criterio: si todas las comunidades fronterizas al territorio donde presumiblemente se cree que habitan los indígenas dicen que ellos sí la habitan y los comunarios no entran por miedo o por respeto, se procedió a establecer como un hecho la presencia de aislados y se procedió a proponer que se precautelen esos territorios como zona de reserva absoluta, de acuerdo al principio y al derecho del No Contacto.

En esta nueva expedición que encaramos hemos explorado una enorme extensión del territorio histórico de los pacahuaras, y dados el aislamiento relativo de los mismos y la ausencia de cualquier población civil, es necesario insistir en la continuidad de los trabajos para seguir buscando esas evidencias que están respaldadas, insistimos, en la mayoría de los testimonios de los conocedores de la zona, rumbeadores de madera y castañeros, algunos de los cuales participaron con nosotros de la expedición.

Está claro que la abrumadora mayoría de los testimonios de los trabajadores de la selva avala y asegura la presencia pacahuara. A la vez, son obvias las amenazas que se expresan contra ella. Las mismas están representadas por los madereros –falta evaluarla en su verdadera dimensión– que explotan concesiones que de manera escandalosa llegan hasta el límite mismo del Estado Plurinacional, los contrabandistas, los narcotraficantes y los garimpeiros o buscadores de oro, sean bolivianos o brasileños, ya que la ausencia total de Estado en la desembocadura del río Negro hace muy permeable este sector de la frontera.

Por último, hay que entramar la problemática de los pacahuaras aislados con la agresión cierta que están sufriendo y/o sufrirán todos los pueblos ribereños a su modo de vida producto de la construcción de las mega represas del río Madera que está ejecutando el gobierno brasileño de Lula Da Silva (1).

En ese marco de gravedad y urgencia, y siguiendo las enseñanzas obtenidas de nuestro trabajo en defensa de los toromonas del Parque Madidi, es materia a desarrollar el inicio de gestiones para comenzar a precautelar la zona como de reserva absoluta y/o como zona de valor histórico y cultural y de reserva absoluta, ya que se trata efectivamente del hábitat histórico del pueblo Pacahuara. Esas gestiones deberán estar enmarcadas en la actual legislación nacional vigente, especialmente en la nueva Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, cuyo histórico artículo 31 defiende los derechos de los pueblos aislados.

La defensa y protección de todos los pueblos indígenas aislados de Bolivia debe sustanciar la profundización imperiosa del proceso de cambio en el que está embarcada la sociedad boliviana. La primera Asamblea Plurinacional que empezará a sesionar el próximo 22 de enero de 2010 debe ser considerada el ámbito natural donde se asegure legalmente la necesidad de preservar el conjunto de los derechos humanos de estos pueblos, bajo el principio consagrado del No Contacto.

Los últimos pueblos aislados son un patrimonio humano y cultural invalorable y Bolivia, en esta etapa histórica, ha demostrado su preocupación por el destino de los mismos. Ahora es cuando es preciso consolidar esa visión y seguir encarando tareas como las desarrolladas por la Expedición Pacahuaras.

Nota

1. Ver: Evelín Mamani Patana, Derechos Humanos, Estado y represas del río Madera: entre la teoría y la realidad. En Bajo el caudal. El impacto de las represas del río Madera en Bolivia. Varios autores. FOBOMADE, La Paz, 2009. Págs. 15-26.

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