Según datos divulgados por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),  Bolivia es uno de los países con más bajo consumo de pescado, 2.6 kilos anuales por habitante (1). El consumo mínimo aconsejado es de 16 kilos por habitante. Este es un indicador que nos dice que los bolivianos nos estamos alimentando mal y que por tanto necesitamos cambiar de hábitos alimenticios.

A su vez, Bolivia cuenta con gran potencial  piscícola pues tiene un total de agua dulce de  14.000 km2 y se estima que se explota solo el 10%. Nuestras grandes cuencas, Amazónica y de la Plata, albergan miles de peces que son recursos naturales y un bien común de la nación que constituyen un alimento de alta calidad nutricional, fuente rica de proteínas, micronutrientes como las vitaminas A, B y D, hierro, calcio, zinc, magnesio, además contiene  omega 3 y omega 6, con bajo contenido de grasas saturadas y por eso es recomendable su consumo.

Es conocido que la carne de pescado es más saludable, sin embargo, en el país existe mayor consumo de carne de res y de pollo de granja. El consumo de carne de pollo se ha incrementado de manera sostenida debido a su bajo precio, y no se conoce que este producto esté sometido a controles de calidad. El excesivo consumo de carne de res aumenta el colesterol y aumenta los riesgos de enfermedades cardiovasculares.

En vez de fomentar y aumentar la frontera ganadera destruyendo los bosques hay que potenciar y priorizar tanto la producción de pescado como su consumo. Esa sería una política coherente con la soberanía alimentaria, el consumo responsable y el vivir bien.

Solamente un dato ilustrador. Producir peces en 5 hectáreas de  lagunas artificiales tiene igual o mayor rentabilidad que 500 cabezas de ganado en 500  hectáreas deforestadas. Significa que es posible producir carne de pescado saludable para el consumo humano y al mismo tiempo evitar la deforestación de los bosques destinada a la ganadería. Somos conscientes de la importancia de la carne de res en la dieta alimenticia, en niveles de consumo que no afecten negativamente la salud humana y que su producción no destruya los bosques.

Por las razones expuestas, el Estado Plurinacional de  Bolivia debería elaborar un plan para sextuplicar la actual producción de pescado y promocionar su consumo. Actualmente, según la FAO, Bolivia produce 7 mil toneladas al año y existe una demanda de 15 mil toneladas anuales.  Un plan implicaría fomentar la industrialización pesquera. Apoyar financiera y técnicamente, con créditos a bajos  intereses y dotando de condiciones para la producción –barcos, motores, instrumentos de pesca, cadenas de frio, etc.– a  pequeñas y medianas empresas, pescadores artesanales y piscicultores.  .

Para garantizar la sostenibilidad productiva es necesario implementar criaderos  de  peces destinados al repoblamiento de los ríos y lagos del país. A su vez, se debe hacer cumplir rigurosamente la norma y prohibir la pesca en época de veda, que es cuando los peces desovan y garantizan su reproducción. También fomentar la producción acuícola de peces con todas las condiciones técnicas y capacidades profesionales en lagos naturales, que los hay bastantes por ejemplo en departamento del Beni, y en lagunas artificiales.

También se debe garantizar la inocuidad y comercialización de pescado en mercados el país. Se debe regular precios accesibles a los consumidores porque para acabar el hambre no basta producir alimentos sino garantizar una equitativa distribución de los mismos. La pobreza de importantes segmentos de la población, hace que mucha gente no tenga oportunamente el dinero para comprar alimentos nutritivos.  A su vez para incentivar el consumo se hace necesario campañas de promoción e información de las propiedades nutritivas, además de implementar programas de alimentación en escuelas, colegios, fuerzas armadas y población en general.

Por otra parte, se debe aplicar políticas para evitar la extinción de especies. El director ejecutivo del Centro de Investigaciones y Desarrollo Acuícola Boliviano (CIDAB), José Mendoza, señaló que a causa de la pesca sin control existen especies piscícolas fuertemente presionadas que son El Sábalo en el Pilcomayo y el  Pacú  y el Surubí en el Oriente. La Gobernación de La Paz informó que   el Qarachi y el Mauri están en peligro de extinción en el lago Titicaca. (2)  Las causas son la pesca indiscriminada y la contaminación hídrica. Las instituciones públicas que tienen competencia sobre el tema tienen la obligación de aplicar las acciones para evitar que esto siga sucediendo. Al mismo tiempo,  se hace  necesario investigar el potencial de peces en el país, el porcentaje explotado y las causas de la disminución excesiva de algunas especies  para plantear políticas públicas con bases científicas

Otro  problema grave son los riesgos ambientales como las represas que causan pérdida de hábitat y zonas de desove. Un ejemplo es la construcción de las represas de San Antonio y Jirau en Rondonia, Brasil, aguas abajo del rio Madera ya en el cauce internacional. Los efectos ya se están sintiendo, hay  una reducción drástica de peces migratorios que deben subir centenas de kilómetros para desovar en los ríos de Bolivia,  y ya no pueden hacerlo porque se topan con una muralla al frente.

Tampoco podemos olvidar que hay que proteger las fuentes lacustres principalmente del peligro de la deforestación que erosiona la tierra, tapa las vertientes y no respeta las pendientes y orillas de los ríos, arroyos, lagos y lagunas. Como consecuencia, los ríos se secan y los peces se mueren. Estas prácticas que constituyen crímenes ambientales deberían evitarse con sanciones penales y no solamente multas pecuniarias

Para garantizar una suficiente producción de peces para cubrir las necesidades y demanda de la población,  el Estado debe normar y prohibir drásticamente la contaminación de los ríos por la actividad minera y agro tóxicos usados en el agro negocio. En un anterior artículo, hace algunos meses, se denunció cómo la explotación del oro en las cabeceras de los ríos amazónicos y la explotación aluvial a través de barcazas están contaminando con mercurio y el Estado aún no ha hecho nada al respecto.

En general si no protegemos y conservamos las fuentes lacustres que son la casa de los peces que lo habitan, no podremos garantizar una producción sostenida, suficiente y saludable.

Es necesaria una política alimentaria adecuada y coherente con el discurso de la soberanía alimentaria y con el vivir bien. Significa que la población tiene derecho a  alimentos de calidad, suficientes, limpios y  socialmente justos.  Una de esas políticas del Estado Plurinacional de Bolivia es fomentar la producción y el consumo de pescado de calidad, en condiciones de inocuidad para una alimentación saludable de la población. Significa aplicar otras políticas de preservación de los peces en rios y lagos a través de un manejo adecuado. Además de prohibir tajantemente la contaminación de los ríos por efecto de la minería y los agro tóxicos agropecuarios.

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