Bolivianos en Argentina: Reflexiones y descubrimientos en torno a un encuentro de literatos de ambos países.

 

– 01/03/2013

Los argentinos son conscientes de que el aporte de los migrantes en los últimos 60 años ha sido del 36% al PIB; y del 25% al PIB per cápita. Entre los migrantes están, por supuesto, unos dos millones de bolivianos, cuya pasión y epifanía son específicos, al menos para nosotros.

Ellos se dedican a la construcción, el comercio, restaurantes, hoteles y servicios, y han destacado como productores de frutales y hortalizas.

Las primeras olas migratorias venidas de Europa se han detenido y sus descendientes pugnan por retornar a la tierra de sus abuelos; en cambio, los migrantes de países vecinos, entre ellos Bolivia, se están consolidando en la lucha por sus derechos, y en su significación económica y cultural, particularmente en el Gran Buenos Aires.

Allí los bolivianos se encontraron con tierras húmedas y propicias para el cultivo de frutales y hortalizas; se emplearon como peones o “al partido” (medieros), sufrieron discriminación y un régimen de trabajo próximo a la esclavitud, pero hoy son una realidad aceptada en un territorio cuyas tierras aptas dedicadas a la producción alimentaria se encuentran en descenso, mientras las copadas por las transnacionales productoras de soja crecen de forma alarmante.

El Grupo de Reflexión Rural, integrado por discípulos de Kusch, observa lo siguiente: “Los cinturones verdes de Buenos Aires y de La Plata, las producciones de los valles de los ríos Negro y Colorado, los invernáculos de Corrientes y otras economías regionales, desde hace al menos 15 años descansan sobre las espaldas de los operarios bolivianos”. (\\\\\\\’)

“La laboriosidad de la comunidad boliviana les ha permitido en muchos casos, a pesar de todo, poder comprar tierras, trabajarlas y comercializar ellos mismos la producción”.

“En este sentido es bien conocida, pero deliberadamente ignorada la existencia de galpones o mercados no autorizados que a la vez son lugares de abastecimiento de las verdulerías de barrio. Estas verdulerías que aparecen y desaparecen de la noche a la mañana, cuando un garaje se abre imprevistamente y aparecen cajones con hortalizas como única ‘góndola’ de exhibición. Esta mercadería no tiene boleta alguna y el verdulero no entrega tampoco ticket o factura, y ante la primera inspección municipal y/o de AFIP, la verdulería desaparece”.

Los bolivianos operaban al margen de la ley, pero hoy se han establecido en La Salada, cerca de Ezeiza, en la más grande concentración comercial de América Latina, según observadores, no limitada a los alimentos porque incluye prendas de vestir chutas y otros productos de contrabando.

Los argentinos se están acostumbrando a alargar sus salarios concurriendo a este centro, que tiene varias versiones menores en territorio argentino, llamadas Las Saladitas.

Una prueba del poder económico de estos bolivianos emprendedores es su presencia masiva en la celebración de la Virgen de Pompeya, con una entrada de 10.000 bailarines similar al Carnaval de Oruro, al Gran Poder o al Corso de Corsos, que ya figura en la Guía de Turismo de la Alcaldía de Buenos Aires, como un atractivo nacional.

¿Por qué traigo a colación estos datos que recogí en el libro Aportes andinos a nuestra diversidad cultural, de Adolfo Colombres y Verónica Ardanaz? Porque acabo de retornar de Salta, la Linda, luego de un encuentro binacional de escritores en el que hablamos del intenso tráfico agrícola y comercial entre el sur boliviano y el norte argentino, y pedimos que el hermanamiento no se redujera a temas literarios e incluyera a los dos millones de compatriotas que hoy son una fuerza económica y cultural en Argentina, aunque no sean precisamente lectores o escritores.

Lo bueno es que hubo voluntad política para repetir el encuentro en Tarija el 15 de abril, con el apoyo de la Gobernación y el gobierno municipal de esa ciudad y bajo el nombre de José Santos Vargas. Incautos los escritores salteños y bolivianos de incluir el nombre del Tambor Vargas bajo la advocación de mi novela del mismo nombre ¡sin consultarle a Ricardo Bajo!… él deshaució la novela en poco más de siete líneas (un chenko total, a su gusto) pero al parecer el libraco tendrá mejor suerte.

En fin, el resultado más importante será, quizás, una tercera versión del encuentro en La Paz, el 9 de julio, con el apoyo de la embajada argentina en nuestro país. Además, se publicará una Antología de literatura erótica binacional con apoyo del alcalde de Cochabamba y la Unión de Escritores de Salta.

El encuentro fue una hermosa ocasión para viajar junto a Pablo Cingolani y Ricardo Soliz Alanez, defensores de los indígenas de tierras bajas, y de encontrarnos con los escritores y las escritoras de Salta, con quienes nos reunimos a orillita del canal, en el café La Musa, de Diego Alberto Sartorelli, para disfrutar de sus obras que conforman una larga lista apenas esbozada en estas líneas. Por Bolivia asistimos este servidor, Ariel Revollo y Raúl Romero Auad.

La editorial La cocina de Gómez entregó la obra del recordado poeta y comparsista Jesús Ramón Vera. El homenaje a Jesús Ramón y la lectura de poemas agudos y pícaros estuvo a cargo de Juan Ahuerma Salazar, autor de Burbujas.

Raúl Gómez, el de la cocina, es autor de los poemarios La casa de los ojos y Bajo fuego. Rosa Machado nos entregó su libro de poemas La sonrisa descalza. José Agüero Molina es autor de una novela extraordinaria, La leyenda del Cristo solo, del libro de cuentos galardonado Elogio del desamor y ensayista que figura en los libros del Fondo Editorial de la Secretaría de Cultura de Salta.

Ángela Susana Aguiar nos dio un libro sumamente útil para conocer a las mujeres del bicentenario del éxodo jujeño, todas biografías de valerosas mujeres de la guerra patria.

Entre las poetas está una de las más conocidas, Teresa Leonardi (Incesante memoria) de quien el Fondo Editorial publicará sus obras completas; Lía Comitini nos dio su poemario Mitos personales y jamás vamos a olvidar su tango en francés, cantado en sordina mientras comíamos unas empanadas salteñas.

Susana Quiroga integró la delegación de escritores jujeños y Andrés Herrera, tucumano, presentó una valiosa colección de fotografías tomadas en Bolivia. Nada de esto hubiera sido posible sin la tenacidad de salteñas valerosas como Verónica Ardanaz, Lucrecia Coscío y Fernanda Agüero, que estuvieron en todas.

Homenaje a Rodolfo Kusch. En Maimará, visitamos la tumba del filósofo Rodolfo Kusch, guiados por Fernando Rovelly (luego conocimos a su esposa, Nora López). Llevamos desde Oruro dos mesas de k’oa, una en memoria del gran pensador y otra para pedir suerte destinada al proceso boliviano.

Fue un momento excepcional para entender las pulsiones voluntaristas y clasemedieras que arrastraron dos generaciones llenas de respuestas, de seguridades y métodos violentos, empeñadas en liberar y construir, en modernizar e implantar valores occidentales, pero ajenas a esa América profunda de la cual habló Kusch.

Nadie lo dice mejor que uno de sus discípulos, Jorge Eduardo Rulli, (junto a Rovelly miembros del Grupo de Reflexión Rural):

“Buena parte de esa generación que alimentaba sueños revolucionarios se inclinó inevitablemente por autores de manuales como Marta Harnecker o Pablo Freire, y receló con sobrados motivos de hombres como Kusch, hombres sabios que buscaban sus informantes en esos márgenes de la sociedad, no suficientemente reconocidos ni valorados por los sectores medios radicalizados a los que el manejo de las armas y el control político de las movilizaciones populares, habían provisto de una enorme autoestima y de una seguridad a prueba de razones”.

http://www.paginasiete.bo/Suplementos/Ideas/2013-03-03/Destacados/13ideas-001-03030.aspx

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Fobomade

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