Una crisis agrícola que ya pasa de una década sin avizorar señales de solución ha llevado a miles de campesinos indios a tan desesperada decisión, pese a que el suicidio es una decisión altamente reprobable por el hinduismo, religión profesada por el 80,5% de la población.

Preocupada por las alarmantes dimensiones del fenómeno en varias regiones del país, a fines de 2011 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (NHRC en inglés) solicitó a varias administraciones regionales investigar e informar sobre el tema.

Las autoridades de Bengala Occidental investigan la oleada de suicidios que diezma a los agricultores de ese estado. A instancias del Parlamento regional, el gobierno estadual deberá realizar una investigación detallada sobre las circunstancias que han conducido a cientos de campesinos a tomar medida tan extrema.

El legislativo local expresó su preocupación porque la crisis se profundice entre los productores de papa y yute, abocados a una cosecha cuyos resultados no parecen muy prometedores. Los altos precios de los fertilizantes fijados por el gobierno central pudieran ser un factor estresante.

Según el informe de la Oficina Nacional de Estadísticas Criminales, en 2010 se registraron 134.599 suicidios en India, el 12% de los cuales fueron cometidos por agricultores, sobre todo en los estados que cubren la región centro-sur de la nación surasiática.

Al comparecer el 23 de febrero de 2012 ante el Parlamento estadual de Madhya Pradesh, el ministro del Interior Uma Shankar Gupta indicó que en 2011 se quitaron la vida 853 trabajadores agrícolas. En los años anteriores las cifras fueron incluso superiores: 1.379 en 2008; 1.395 en 2009 y 1.237 en 2010, precisó la agencia de noticias IANS.

Acuciados por las deudas y la violación de sus derechos laborales, 507 productores de algodón de la zona de Vidarbha, en el estado indio de Maharashtra, se quitaron la vida hasta fines de agosto de 2011. Solo en agosto se suicidaron 51 algodoneros, mientras que en el primer día de septiembre lo hicieron otros cinco.

Los agricultores de la región habían estado pidiendo infructuosamente desde hace meses un alza en el precio mínimo de sustentación del algodón, explicó a la agencia de noticias IANS Kishor Tiwari, director de una organización no gubernamental defensora de los derechos de esos trabajadores.

Los productores piden seis mil rupias (unos 130 dólares) por quintal de fibra, frente a las 3.300 rupias actuales. Exigimos un aumento del precio mínimo de sustentación, ayuda alimentaria y adecuados servicios de salud, préstamos frescos para ampliar las plantaciones y el levantamiento de la prohibición de las exportaciones de algodón, explicó Tiwari, él mismo afectado por lo que considera un ruinoso negocio.

Tiwari documenta los suicidios de los agricultores desde 1997. Empero, la cifra en los últimos tiempos debe ser mucho mayor, pues esa es una de las principales actividades agroindustriales en el centro-occidental estado de Maharashtra, donde se localizan Mumbai, la capital financiera de la India, y la glamorosa Bollywood.

Según la NHRC, el año pasado se quitaron la vida 680 productores agrícolas en el estado de Maharashtra, mientras 90 lo hicieron en Andhra Pradesh entre octubre y noviembre, y seis en el Kerala solo en el último de esos meses.

Más espeluznantes aún fueron las cifras citadas en enero último por el Partido Comunista de la India (Marxista): de 1995 a la fecha en India se suicidaron más de 256 mil agricultores arruinados por las políticas neoliberales. El agronegocio dominado por el capital financiero super explota a obreros en condición de servidumbre y ha expulsado del campo a millones de campesinos que ahora viven en la indigencia. (1)

El secretario general de la organización Prakash Karat denunció que el fenómeno resurgió con inusitada fuerza en los estados de Bengala Occidental y Kerala, luego de las recientes derrotas allí de los gobiernos de izquierda. De confirmarse esos datos -apuntó la NHRC-, se evidenciaría que hubo graves violaciones de los derechos laborales y humanos contra los agricultores en Maharashtra, Andhra Pradesh y Kerala.

El fenómeno en Bolivia

Los cambios tecnológicos en la producción agrícola que no son consensuados con las comunidades originarias generan conflictos culturales con el cambio de roles, mantenimiento de identidad y estructura interna dando pie a situaciones extremas, como el suicido encubierto de mujeres campesinas, concluyó un conversatorio sobre los resultados de la investigación “Papa ismusqa y waj vida: El suicidio femenino y la modernización agrícola en Bolivia”, presentado el año pasado, con el auspicio del Departamento de Ciencias de la Comunicación Social de la Unidad Académica Regional de La Paz de la Universidad Católica Boliviana San Pablo, el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) junto al Centro de Planificación y Gestión (CEPLAG).

La Revolución Verde, auspiciada por el Banco Mundial y el BID, que buscaba transformar la producción agrícola de auto abastecimiento de mono cultivo al mercado urbano a través con utilización de semillas mejoradas, pesticidas para incrementar de la productividad, logró mayor migración hacia las ciudades, cambio de los roles de la mujer en la producción comunitaria, el manejo de riego y semillas generando el cambio de estatus de miembro de una comunidad a pongo, enriquecimiento por microcrédito a un sector de campesinos en desmedro de otro, el privilegio de tierras cercanas a caminos en desmedro de otras más lejanas y, sobre todo, la desvalorización de la mujer, crecimiento de rumores sobre infidelidad en familias donde el hombre migró a la ciudad para recuperar el prestigio social en su comunidad. Todos estos factores hicieron que un alto número de mujeres campesinas optaran por el suicidio ante la falta de opciones de supervivencia social en sus hogares y comunidades.

La investigación “Papa ismusqa y waj vida: El suicidio femenino y la modernización agrícola en Bolivia” realizada en la comunidad Poconi en el valle alto de Cochabamba estableció 50 suicidios en 1980, 65% mujeres y 35% varones jóvenes campesinos. La vinculación del valor de la mujer a la fertilidad y productividad de la tierra, con el cambio tecnológico, el microcrédito y el rompimiento de los niveles jerárquicos en la estructura comunitaria con la migración a las ciudades, fue la causa de estos suicidios con el insumo de pesticidas que, luego fueron calificados como accidentes en el uso de estos químicos.

El número de suicidios de mujeres campesinas en Poconi, 50 en 1986, 67 en 1987 y otros posteriormente, determinó que la comunidad campesina estableciera un cementerio distinto al del pueblo para estas mujeres, dijeron por influencia de iglesias cristianas, incluso con un nombre distinto, Polígono.

El equipo de investigadores estuvo integrado por Claudio Arraya, Irce Morales Rivera, Marie Cauthin Ayala y Elsa Segovia. Varias instituciones relacionadas con el desarrollo agropecuario, el mundo indígena y la situación de las mujeres campesinas en Bolivia participaron en este coloquio y expresaron sus opiniones que, en general, respaldaron los resultados de la investigación en sentido que el ingreso no consensuado de proyectos externos con cambio de tecnología y financiamiento producen cambios en la estructura social de las comunidades campesinas con resultados no esperados tanto a nivel humano como productivo, migración y otros.

Nota:

1.  La crisis actual es resultado de varias décadas de políticas agrarias capitalistas: la “Revolución Verde” de la década de los 60; la liberalización del comercio de los 70, política reforzada a mediados de los 90 con el establecimiento de la Organización Mundial del Comercio y, más recientemente, con una avalancha de acuerdos de libre comercio y de inversión. Los Programas de Ajuste Estructural del Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional (FMI), y de la Organización Mundial del Comercio (OMC) forzaron a los países pobres del mundo a disminuir inversiones en la producción alimentaria local e impusieron un modelo agrícola industrial centrado en la liberalización y las exportaciones de commodities, organizado por y para la burguesía agroindustrial exportadora.

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