El contexto de la historia de la agricultura previa al descubrimiento de América sugiere que el maíz ingresó a Bolivia “en una etapa de domesticación muy temprana y de hecho en un periodo de evolución cultural pre-cerámico”, según las evidencias científicas sistematizadas por Gonzalo Avila Lara en su libro El maíz y su mejoramiento genético en Bolivia.

La publicación que contiene información sobre las zonas de cultivo, producción y productividad, así como el origen, filogenia y clasificación del maíz, entre otros aspectos, destaca que tanto en la región andina central como en los llanos orientales “la labor de domesticación y selección de especies vegetales, se ha constituido en el mayor aporte económico  y tecnológico que el nativo americano ha dado a toda la humanidad”.

En su revisión de los antecedentes históricos de este cultivo, Gonzalo Avila – ingeniero agrónomo y Director del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani – refiere que estudios que datan de 1926 establecen que “que casi todas las plantas cultivadas se originaron en ocho lugares del mundo”, reconocidos como centros de origen primario, los mismos que casi siempre están situados en regiones montañosas.

“Todos los centros de origen fueron la cuna de grandes civilizaciones del pasado” y contribuyeron a los importantes “logros conseguidos en materia de domesticación y mejoramiento”, asegura el investigador a tiempo de destacar que “solo mucho más tarde y en base a las especies domesticadas en los centros de origen, las extensas llanuras del mundo alcanzaron un gran desarrollo agrícola”.

Las plantas más importantes para la agricultura se originan en sólo una fracción del globo, en áreas llamadas centros de origen, y los centros se origen cubren apenas 2 a 3% de la superficie terrestre.

Fue en la época de las grandes civilizaciones cuando se produjo la domesticación del maíz así como el desarrollo de técnicas de conservación de alimentos y culinarias, de  gran importancia para la humanidad.

Avila Lara recuerda que “en la época incaica, se consolida y ordena la domesticación y mejoramiento genético. Dicha ordenación fue posible gracias al uso de marcadores genéticos en los maíces andinos que permitió el reconocimiento de las diferencias de calidad. Los maíces amarillos tienen textura semidura, los blancos son harinosos, los de textura suave, para tostarlos, son moteados”.

En Bolivia, se desarrollaron bastantes  tipos de maíz bastantes diferenciados de las especies mexicanas, “por haber estado sometidos a patrones evolutivos muy variados, haciendo de la región el centro de diferenciación secundario, con una enorme cantidad de variabilidad genética, especialmente por la diversidad de los granos. Goodman y Brown (1998) señalan que del total de 260 razas descritas para América, 132 son originarias de la zona andina”.

La secuencia evolutiva de los maíces sudamericanos muestra enormes modificaciones morfológicas en los tipos de grano, según Avila, con más variabilidad que en México. Los tamaños de grano alcanzados en México y Cochabamba no tienen similitud en el mundo, tampoco la enorme variabilidad de colores y formas. En Bolivia se cultiva hasta los 3800 m.s.n.m.

Los maíces andinos tienen alto grado de especialización adaptativa a su propio valle, debido al aislamiento geográfico provocado por las montañas.

“Los maíces bolivianos fueron clasificados en 7 complejos raciales, 45 razas y centenares de variedades, considerando como raza a una población con características en común que ocupa un área geográfica definida y que han sido seleccionadas para finalidades utilitarias definidas y con características fisiológicas y morfológicas comunes, ejemplos son los complejos raciales Alto Andino, Amazónico, Perla, Morocho, Harinoso de los Valles Templados, Pisankalla, Cordillera. Una raza de maíz de introducción posterior es el maíz Cubano amarillo que colonizó toda el área tropical y subtropical, habiéndose cruzado casi con todas las razas existentes en esta zona al punto que casi no existen variedades libres de contaminación con esta raza”.

Actualmente la Colección del Centro de Investigaciones Fitoecogenéticas de Pairumani alberga unas 1500 accesiones producto de la recolección en todo el país, del mejoramiento y distribución de variedades propias y también de las estrategias de conservación in situ.

Fuente: Avila Lara, Gonzalo. El maíz y su mejoramiento genético en Bolivia.  Academia Nacional de Ciencias de Bolivia y Fundación Simón I. Patiño.  Cochabamba, Bolivia. 2008.

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