En marzo de 2010 las autoridades sanitarias de Francia retiraron del mercado los productos de la firma Poly Implant Prothse (PIP) y ordenaron el cierre de la industria, luego de comprobar que fabricaba implantes con un gel de silicona de uso industrial y no médico.

PIP, que llegó a ser la tercera industria más grande del mundo, sustituyó el gel sanitario autorizado por otro de uso industrial, un material más barato y dos veces más frágil de lo normal.

En noviembre de 2011 se confirmó la muerte de una mujer con cáncer linfático, aparentemente contraído por el contacto con la sustancia, y luego se conoció que otras siete enfermaron de cáncer después de la implantación de esas prótesis.

Luego de que una asociación de portadoras de prótesis PIP solicitara la intervención del ministro de Salud Xavier Bertrand, el Ejecutivo francés decidió financiar intervenciones quirúrgicas para extraer al menos 1.400 implantes. Sin embargo, se calcula que aún existen entre 30 mil y 40 mil portadoras de implantes de silicona industrial en Francia, al menos 50 mil en Inglaterra y miles más en España.

El 14 de diciembre, la agencia francesa de seguridad sanitaria desplegó un contingente de inspectores para controlar a todos los fabricantes de implantes mamarios en Francia y en el extranjero, y analizar la composición de las prótesis y la resistencia de los envoltorios, informó el sitio digital France Info.

Una semana después, el Instituto Nacional del Cáncer y la Dirección General de la Salud revelaron al diario Liberación que alrededor de 30 mil francesas portadoras de prótesis sospechosas serían convocadas para retirarles esos artefactos antes de que finalice el año.

Convocar a todas las portadoras de implantes sería una decisión inédita en el campo de la salud, con grandes complejidades administrativas, médicas y financieras aún por revelarse, evaluó la agencia Prensa Latina.

La emergencia sanitaria trascendió fronteras, ya que el 22 de diciembre el Ministerio de Salud de Venezuela prohibió el uso y la aplicación de biopolímeros para tratamientos estéticos.

Los biopolímeros son sustancias diseñadas para interactuar con sistemas biológicos con el fin de tratar, aumentar o sustituir algún tejido, órgano o función del organismo humano. Pueden ser de origen vegetal o derivados del petróleo. En medicina estética los biopolímeros se usan como materiales de relleno para corregir pliegues profundos en el rostro o aumentar algunas partes del cuerpo, como las mamas, nalgas, muslos o pantorrillas.

El director del Servicio Autónomo de Contraloría Sanitaria (SACS) de Venezuela Divis Antúnez precisó que la prohibición abarca el uso de biopolímeros bajo sus formas genéricas polimetacrilato (Pmma y Phema) y silicona líquida o cualquiera de sus mezclas. Esos productos, comercializados con las marcas Biofill, Bioskin, Metacol, Silomed y Bioderm, constituyen un riesgo para la salud por sus efectos colaterales graves y potencialmente fatales, además de causar alergias e infecciones.

Sin embargo, la Agencia reguladora de productos sanitarios y medicinas del Reino Unido (MHRA) anunció el 21 de diciembre que no retirará las prótesis mamarias de fabricación francesa por falta de evidencias sobre su posible efecto cancerígeno.

Los exámenes de genotoxicidad o toxicidad química de los implantes con gel de silicona no han revelado ningún riesgo para las mujeres, y “no hay pruebas que apoyen la retirada rutinaria de los PIP o ningún otro implante mamario de gel de silicona”, aseguró la MHRA.

Por otro lado, el gobierno francés también prohibió la venta de tapices infantiles con altos niveles formamida, un químico industrial considerado cancerígeno, los cuales fueron retirados del mercado en diciembre de 2010 a solicitud de la Dirección General de Competencia, Consumo y Represión contra el Fraude (DGCCRF).

El secretario de Estado responsable del Consumo Frédéric Lefebvre informó que se encontraron entre 31 y 1.266 miligramos de formamida por kilogramo en esos productos.

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