El agronegocio capitalista prospera con el uso intensivo de agrotóxicos desde los años 60 del siglo pasado. Controlan el negocio de los agrotóxicos las multinacionales Monsanto, Dow Agrosciences, Du Pont, Syngenta y Bayer, entre otras.

En 2009, Costa Rica importó más de 300 toneladas métricas de plaguicidas con bromuro de metilo, un agroquímico proscrito por el Protocolo de Montreal (Canadá, 1995) por los daños que ocasiona a la capa de ozono, señala el Informe Estado de la Nación en Desarrollo Humano Sostenible 2010.

La importación de plaguicidas habría aumentado en 340% en el período 1977-2006, hasta alcanzar un total de 184,817 toneladas métricas, reveló el Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas. Dicha entidad precisó que los cultivos más contaminados por agrotóxicos en Costa Rica son el melón en primer lugar, seguido por el tomate, la papa, la piña y la caña de azúcar.

El 19 de octubre, la Autoridad de Seguridad de Alimentos de Panamá suspendió las importaciones de plátanos procedentes de Costa Rica, tras detectar carbamatos tóxicos en un cargamento de 7 mil kilogramos de banano tico.

Los carbamatos son compuestos tóxicos derivados del ácido carbámico, utilizado desde hace décadas como insecticida en plantaciones agrícolas, pese a que ha sido clasificado como producto nocivos para la salud.

El abuso de agrotóxicos contamina progresivamente las fuentes de agua destinadas al consumo humano y también causa intoxicaciones masivas de personas. Según la Caja de Seguro Social de Costa Rica, al menos 12 personas murieron por “envenenamiento accidental por exposición a plaguicidas” en 2010.

Decenas de estudios confirman que los agrotóxicos son agentes cancerígenos, además de provocar alteraciones cromosómicas y trastornos en los sistemas nervioso y endócrino. Cada año miles de personas sufren graves intoxicaciones por plaguicidas y otros productos químicos que envenenan recursos hídricos, la flora, la fauna y afectan a poblaciones enteras, sobre todo en países en desarrollo. De ahí que el Convenio de Rotterdam, vigente desde 2004, dispone el control de plaguicidas y productos tóxicos comercializados en el mercado.

Expertos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtieron que el uso excesivo de pesticidas en ecosistemas puede acarrear graves daños a la salud y al medioambiente. Por esa razón esa organización internacional promueve el desarrollo de producciones sustentables en la agricultura que respeten la preservación de la ecología.

El 7 de junio, la FAO publicó en Roma un informe que rescata los biopreparados usados por agricultores latinoamericanos para mantener a raya a insectos chupadores, masticadores y barrenadores, nemátodos, ácaros, arañuelas, babosas, caracolas y hormigas.

En América del Sur se elaboran insecticidas, fertilizantes o repelentes a partir de manzanilla, ortigas o ajo para ahuyentar plagas. “Estas recetas se han transmitido por generaciones entre los agricultores familiares, y utilizan ingredientes sencillos y de bajo costo para el manejo sostenible de plagas y enfermedades en los cultivos urbanos”, describió Alan Bojanic, de la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe.

Los productos naturales pueden tener origen vegetal, mineral o animal. Por ejemplo, la FAO recomienda aplicar extractos de ajo, caléndula y ortiga sobre una base de jabón para evitar que su efecto desaparezca con la lluvia.

Fuentes: Prensa Latina y diario digital El País.

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