La VIII Marcha Indígena moviliza al pueblo boliviano

En los últimos 60 días, las y los marchistas sufrieron todo lo sufrible: hambre, sueño, frío, calor, enfermedades, el deceso de tres hermanos que participaban de la protesta; apaleamiento y gasificación, extrañas detenciones y represión policial por orden del gobierno de Evo Morales, describe la ya célebre Comisión de Comunicación de la Marcha, que acompañó a los caminantes desde que iniciaron su periplo en Trinidad.

Para muchos marchistas, el dolor más grande fue estar lejos de sus familias. “En mi comunidad tengo a mi hija y a mi esposo; a pesar de eso estoy como mujer luchando para que los territorios y los derechos sean respetados. Porque si ahora no los hacemos respetar, olvidémonos de que nuestros y hijos nuestros nietos vivan libremente, gozando del TIPNIS”, dice Jenny Suárez, presidenta de la Comisión de Marcha.

“Ya vamos 60 días de marcha, dos meses y la verdad es que lo que sucedió el 25 de septiembre cerca de Yucumo (la violenta intervención policial) nos ha fortalecido. El primer y segundo día parecía que estábamos todos desanimados, pero al tercero los hermanos ya aparecieron, nos concentramos, nos dimos fuerzas y vimos que la cosa era mucho mejor para seguir adelante. Encontramos fortaleza después de lo que nos hicieron los policías mandados por este Gobierno”, rememora Ernesto Sánchez Meruvia, secretario de Economía y Desarrollo de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB).

“Aquí estamos, pese a que el gobierno nos ha masacrado brutalmente el 25 de septiembre. Ha sido una pena y una tristeza: pensaron los masistas que estaban desbaratando a la marcha de los pueblos indígenas; al contrario, nos hemos recuperado y hoy estamos con una fuerza más poderosa que nunca para llegar a La Paz”, asevera el potosino Agapito Loayza Fernández, miembro del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ).

Y es que después de la brutal represión se multiplicaron las muestras de apoyo a la marcha indígena, en el país y en el extranjero. En la última semana se incorporaron a la movilización más hermanas y hermanos del TIPNIS, del CONAMAQ, de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG), del Gran Consejo Chimán, de la Organización Indígena Chiquitana (OICH), de la Central de Organizaciones del Pueblo Nativo Guarayo (COPNAG), y decenas de ciudadanos de todo el país, entre ellos un grupo de estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA).

“La población que nos apoya no lo hace porque tiene pena, sino porque sabe que la marcha es en defensa del medio ambiente, de la naturaleza, de los territorios indígenas, de las áreas protegidas, pero también en defensa de la vida de los pueblos indígenas, y tomando en cuenta que los pueblos indígenas somos parte de este Estado Plurinacional”, afirma Fernando Vargas Mosúa, presidente de la Subcentral de comunidades del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS).

“Tenemos la seguridad de que no solamente los 2.500 marchistas nos estamos respaldando, también están con nosotros la población boliviana de los nueve departamentos, y también de otros países. Tenemos la certeza de que nos apoyan los hermanos de la Central Obrera Boliviana (COB), el pueblo de La Paz, la Federación de Juntas Vecinales de El Alto y los mineros. Nos sentimos fortalecidos al ver esa masa grande con esa fuerza, que está con ganas de luchar y seguir adelante”, celebra Sánchez.

Suárez añade: “Hartísimos somos y sentimos el apoyo de toda la población. Creo que vamos a llegar a La Paz y el gobierno tendrá que atendernos. Si no lo hace vamos a tener que tomar acciones hasta tener resultados, hasta que se nos atiendan los 16 puntos”. “Cuando lleguemos a La Paz veremos quién es quién”, advierte Agapito Loayza.

La VIII Marcha Indígena conquista la Cumbre

La VIII Marcha Indígena llegó el sábado a la comunidad de Sacramento, luego de caminar 22 kilómetros. Tan poco espacio tenían los marchistas que tuvieron que armar sus carpas incluso sobre el camino, que es una cornisa muy delgada. Muy poca gente usa esta vía de un solo carril conocida internacionalmente como “El camino de la muerte”: Los turistas extranjeros que pasan en enjambre y en bicicleta, y las movilidades con agentes de Inteligencia adentro, demasiado visibles en un paisaje tan verde y solitario. Las y los marchistas no los veían desde Yucumo, cuando les cayó la represión policial.

“Todos los días nos está siguiendo el equipo de Inteligencia del Gobierno. No sé qué es lo que quieren ¿O quieren nuevamente intervenir la marcha? Si es así, deberían de hacerlo de una vez. Pareciera que el nuevo ministro de Gobierno Wilfredo Chávez está dispuesto a repetir los errores que le costaron el cargo a su antecesor Sacha Llorenti. Ya sea que esté Sacha o Wilfredo, Boris Villegas (director de Régimen Interior del Ministerio de Gobierno) manda acá al equipo de Inteligencia y todavía sigue riéndose en su cargo. Él fue quien dirigió todo el asalto a la marcha del 25 de septiembre, pero no ha pasado absolutamente nada con él”, denuncia Fernando Vargas.

Tan húmeda es esta zona que sobre el camino caen periódicamente vertientes de las montañas, que las y los marchistas aprovechaban para bañarse. Todos miraban con temor los precipicios que configuran el paisaje yungueño, los cuales parecen no tener fondo. Como el lugar ofrecía muy pocas comodidades, varias regionales avanzaron ocho kilómetros más hasta Chusquipata, donde el terreno es más amplio pero hace muchísimo frío. Allí, a 54 kilómetros de la ciudad de La Paz, acamparon hasta que pasen las elecciones del Órgano Electoral el 16 de octubre.

El lunes a primera hora la marcha volvió al camino para recorrer uno de los tramos más difíciles hasta la próxima parada: la comunidad de Pongo, a 33 kilómetros de la plaza Murillo. Los marchistas avanzaron 22 kilómetros bajo una lluvia persistente, y en medio de la niebla espesa que impedía ver el final de la marcha o su principio. Muchos buses con destino a los Yungas tocaban bocina, los pasajeros los saludaban y les tomaban fotos.  Varios vehículos procedentes de La Paz distribuían todo tipo de donaciones. Una familia les regaló bolsas de pilfrut y antes de que se las acabaran, los guardias de la marcha dictaminaron: “Prohibido botar la basura a la carretera”.

Descansaron media hora en Unduavi, donde fueron recibidos con aplausos, palabras de aliento y bolsitas con mate de coca caliente para calmar los dolores del mal de altura. El Alcalde Luis Revilla determinó que los acompañe un camión cisterna con agua, y la guardia municipal paceña (“los frutillas”) los escoltó en motocicletas.

Los caminantes llegaron al campamento de Pongo a las 14 horas, hambrientos, cansados y algunos enfermos. Allí esperaban dos ambulancias y dos salas de salud móviles. Empleados del gobierno municipal de La Paz armaron amplias carpas para albergarlos. “Nosotros los indígenas de las tierras bajas estamos acostumbrados al clima caliente, no a la altura y a este clima. Por eso ahora estamos bastante enfermos, con dolor de oídos, con problemas de presión, más que todo. Hay bastantes enfermos, lamentablemente la mayoría son niños”, se queja bien enchompada la dirigente Jenny Suárez.

En mañana del martes, miles de marchistas salieron de Pongo dispuestos a atravesar el frío extremo de la Cumbre. “Estamos optimistas de que una vez llegados a La Paz el propio Presidente nos recibirá. Nos tiene que atender, porque no es un favor que le estamos pidiendo; tiene la obligación de atender a todas las demandas de la marcha. Si vale el término, estaríamos salvándolo de su propio discurso que realiza en el plano internacional, pues a nivel nacional queremos que él cumpla su discurso, respetando a la Madre Tierra, la biodiversidad, el medio ambiente y los derechos de los pueblos indígenas y del pueblo boliviano”, arenga el dirigente Vargas, que camina al frente de la marcha con las banderas del Patujú, emblema de la movilización.

Próximo destino: Plaza Murillo

Este martes la octava marcha indígena avanzó hasta la Cumbre, a 4.700 metros sobre el nivel del mar. Allí celebraron rituales andinos, para que les vaya bien en la ciudad y para agradecer por las múltiples muestras de solidaridad. En este sitio acampan esta noche y el miércoles hacen su ingreso triunfal a la ciudad de La Paz.

Pero la movilización aún no ha terminado. En La Paz comenzará otra protesta, encabezada por los pueblos de la CIDOB y del CONAMAQ, y secundada por maestros, obreros, mineros, estudiantes, vecinos y población solidaria en general, con el objetivo de derrotar definitivamente el proyecto carretero impuesto por el Gobierno de Evo Morales.

El Gobierno hizo aprobar en el Congreso un proyecto de ley, dizque en defensa del TIPNIS, pero que en realidad legaliza la construcción de la carretera a través del TIPNIS, vulnerando la Constitución y los convenios internacionales con estatus de ley en Bolivia. Dicha norma propone hacer en el TIPNIS una consulta llamada cínicamente “previa”, porque las obras de la carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos empezaron hace meses. Solo falta la firma del Presidente para formalizar esa especie de “consulta posterior”, y solamente para el tramo dos de la vía, como si la ruta Villa Tunari-San Ignacio de Moxos fueran tres carreteras en vez de una.

“No estamos de acuerdo con esa ley porque a la propuesta que nosotros habíamos planteado, ellos (los legisladores del MAS) la han cambiado en muchos temas. Si la iban a aprobar como les diera la gana, si no iban a respetar lo que nosotros pedimos, ¿para qué entonces hacer tanto trabajo?”, reclama Ernesto Sánchez Meruvia, secretario de Economía y Desarrollo de la CIDOB.

“Queremos decirle al Presidente que rechazamos su ley corta, queremos que se suspenda la construcción de la carretera. Si el Gobierno tiene voluntad, inmediatamente debe promulgar la ley (de protección de TIPNIS) que hemos elaborado, porque sólo de esa manera garantizamos atención a nuestra demanda”, enfatiza Fernando Vargas.

Los indígenas han pedido respetuosamente al Presidente “que no siga mintiendo al pueblo y que reflexione” luego su fracaso electoral el pasado domingo. “La población en estas elecciones responde a lo que el 25 de septiembre ha sucedido, cuando casi languidecen los derechos constituidos. El pueblo boliviano está viendo y haciéndole notar al Gobierno que no estamos de acuerdo con vivir bajo un régimen totalitario, con una dictadura en plena democracia, con vulneración de leyes y derechos del pueblo boliviano”, asevera el presidente de las comunidades TIPNIS.

Lo mismo opina la mayoría de los marchistas. “El Presidente y todos los que están en el Gobierno se lo han buscado, deberían ser más conscientes y no solamente dedicarse a un sector, sino a todo el país, porque nuestro país está ahorita consciente. El Presidente debería más bien apoyar, buscar aliados, estar entre la población, porque no lo han elegido solamente los cocaleros, sino todo el país, los que vivimos aquí”, plantea el guaraní Jorge Mendoza, vicepresidente de la Comisión Política de la marcha.

Según el presidente de la CIDOB Adolfo Chávez, ahora lo más importante es que los ciudadanos paceños y de otros puntos el país acompañen a los marchistas y los ayuden a conquistar sus objetivos. “Para conseguir nuestro objetivo la presión del pueblo va a ser importante”, recalca Ernesto Sánchez.

Los indígenas quieren saldar cuentas pendientes con el Presidente. Entre otros puntos, exigirán explicaciones por las acusaciones sin pruebas y las difamaciones de los funcionarios de su gabinete. El Gobierno no pudo comprobar ni una sola de la larga lista de imputaciones contra los indígenas movilizados. Además, conminarán al Ejecutivo a que comience a respetar las decenas de derechos indígenas constitucionalizados.  

Las y los marchistas indígenas desean entrar a la Plaza Murillo para manifestarse, tal y como lo hacen los campesinos, colonizadores y otros acólitos del MAS, quienes por lo menos una vez al mes se concentran en el kilómetro cero para ovacionar a su máximo líder. La incógnita es si el Presidente Morales permitirá el ingreso de los indios rebeldes.

Para despejar dudas, Sánchez reitera: “Nuestra marcha es pacífica y no vamos a agredir a nadie, solamente vamos a marchar como lo venimos haciendo; no vamos a entrar con cohetes, con dinamita, solo queremos llegar, dar por lo menos una vuelta a la plaza, para después concentrarnos y discutir los puntos que vamos a debatir con el Gobierno”.

Con información de la Comisión de Comunicación de la Marcha.

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