Tribu indonesa Dayak: Entre fiestas y desafíos

Oriundos del sur y oeste de la Isla de Kalimantan, los Dayak se distinguen del resto de la población de esta nación de mayoría musulmana. En estos días marchan por las calles con disfraces típicos, empuñando dagas y cerbatanas.

Al mismo tiempo, los más jóvenes bailan sobre la carrocería de de autos decorados con lujosos atuendos.En tanto, agraciadas mujeres desfilan usando sombreros de plumas de pavo reales en las avenidas durante el festival anual que toma vida entre el 18 y 24 de mayo.

Para los individuos de esa etnia, el término local "gawai" representa una expresión de gratitud al Dios Todopoderoso Juabata, a quien según ellos, se le atribuyen las grandes cosechas recogidas en el año.En su mayoría, esta gente ribereña que vive en pequeñas comunidades de casas comunales, basa su economía de subsistencia en el cultivo del arroz, complementada con la caza y la pesca.

Para esta colectividad que promueve la riqueza cultural regional de su asociación, constituye una tradición que los niños vivan con sus padres hasta que se casen y los varones por lo general, buscan pareja fuera de su pueblo natal.

Aunque antiguos mitos describían a los Dayak como asesinos tribales, ellos reflejan un arte y cultura únicas que reúne a 350 grupos sub-étnicos, los cuales centran la Semana Gawai en actividades para ampliar y mejorar sus cosechas y plantaciones, con alcance turístico a escala nacional e internacional.Otros eventos incluyen actuaciones, cantos, bailes y competencias deportivas como los juegos de cerbatanas y el trompo.

Sumangat Binua, danza juvenil que describe el espíritu de conservación de la naturaleza, suele abrir la noche que inicia los festejos tradicionales donde prima la abundancia de bebida y comida. Una de las características comunes en las fiestas Dayak es el uso de la sangre de animales sacrificados para purificar las almas y los instrumentos de cacería, pues de ese modo creen poder ahuyentar los malos espíritus.

Sin embargo, aunque Indonesia es el segundo país con mayor biodiversidad del planeta, y con mayor numero de especies, muchas de ellas endémicas en peligro de extinción, es también considerada la primera nación en el ranking de destrucción de selvas primarias del mundo.

El cultivo intensivo de palma de aceite constituye la principal causa de este desastre ecológico que pone en riesgo no solo a la fauna y la flora en Kalimantan debido a la acción de las compañías aceiteras, sino que también amenaza con desaparecer a las tribus Dayak.

Estos clanes originarios de las islas de Borneo, están muy arraigados a la tierra desde la antigüedad, al vivir de los bosques de los cuales obtienen sus alimentos, su madera para edificar sus hogares y sus medicinas.

Datos de la IUCN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), revelan que al menos 236 especies de plantas y 51 de animales se encuentran en peligro de extinción en Kalimantan, la parte indonesa de la isla de Borneo.

Kalimantan resulta el mayor de los 17 mil islotes de este archipiélago, está cubierto de floresta y la población local no está contaminada con las llamadas prácticas modernas por creer aún, entre otras costumbres, en los espíritus de sus antepasados y los poderes mágicos que gobiernan y juzgan a cada quien de acuerdo con sus obras.

La tribu Dayak representa solo el seis por ciento de los más de 200 millones de indonesios, de los cuales el 80 por ciento son musulmanes. Pero pese a ello, esa escasa minoría ha pedido desde Yakarta a la comunidad internacional que reconsidere los serios daños que la sobreexplotación de palmas de aceites para elaborar biocombustibles, está ocasionando en las selvas primarias de Indonesia y en su población.

Cada año, millones de hectáreas de bosque y selva son destruidas para poder cultivar la palma aceitera, con terribles consecuencias para el medio ambiente, siendo Indonesia el principal productor mundial de esas eukaryotas.

Aunque su cultivo se impone en perjuicio de otras especies arbóreas, especialistas asistentes al Foro Internacional de Medio Ambiente celebrado en el 2010 en el balneario de Bali, aseguraron que la producción del aceite de palma sostiene cerca de tres millones de puestos de trabajo solamente en ese archipiélago.

Eso, sumado a la presión que ejercen muchas compañías aceiteras, dificulta que el Gobierno pueda adoptar medidas para frenar la repercusión negativa del incremento desmedido de esas plantaciones.Por otra parte, los ecologistas afirman que el cultivo de palma es legítimo siempre que no implique la deforestación de selvas vírgenes.

* La autora es periodista de la Redacción Asia y Oceanía de Prensa Latina.

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