El informe de la economía mundial del Fondo Monetario Internacional (FMI) titulado “Las tensiones de una recuperación a dos velocidades” estima que el PIB real mundial crecerá alrededor de 4,5% en 2011 y 2012. En las economías avanzadas y en las economías emergentes y en desarrollo el PIB real se expandiría alrededor de 2,6% y 6,5%, respectivamente. (http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/weo/2011/01/pdf/texts.pdf)

Para América Latina y El Caribe, el FMI proyecta un crecimiento promedio de 4,7% en 2011 y de 4,2% en 2012. Pronostica una variación anual del PIB real de Bolivia de 4,5% en 2011 y 2012; y un  superávit en la balanza de pagos de 3,8% en 2011 y de 4,4% en 2012.

La tasa de crecimiento mundial de 2011 pronosticada por el informe de Perspectivas de la economía mundial del FMI es dos tercios de punto porcentual más alta que la proyectada en su informe de octubre de 2010. La razón principal es la mayor confianza en la fortaleza de la recuperación mundial y las mejores perspectivas para los precios de las materias primas.

El índice general de precios de las materias primas del FMI subió 32% entre mediados de 2010 y febrero de 2011, razón por la cual las perspectivas para los países exportadores de materias primas son en general positivas. Sin embargo, advierte el organismo, el “boom” de precios —sobre todo del petróleo— acarrea nuevos riesgos.

Los flujos de capital dirigidos a las economías emergentes se reanudaron con notable rapidez luego de la crisis, y podrían “sobrecalentar” las economías de Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, países “Exportadores financieramente integrados de materias primas (FICE)”.

Existe el riesgo de que el auge de los mercados de los activos en las economías emergentes y el alza de los precios de los alimentos y de la energía pongan en marcha el sobrecalentamiento y estimulen una “espiral inflacionaria”, dice el FMI. Los riesgos son más significativos para las economías emergentes y en desarrollo.

Evolución del mercado de materias primas

Desde mediados de 2010, los precios de todas las materias primas principales han subido con fuerza, en lugar de experimentar una estabilización general como se proyectó en octubre de 2010, señala un estudio específico realizado por los economistas del FMI Thomas Helbling, Shaun Roache, Joong Shik Kang, Nese Erbil, Marina Rousset y David Reichsfeld.

Los investigadores explican que el índice general de precios de las materias primas del FMI aumentó un 32% entre junio de 2010 y febrero de 2011 debido principalmente al crecimiento “inesperadamente vigoroso” de la demanda durante el segundo semestre de 2010.

Los precios del petróleo subieron de alrededor de $95 el barril a fines de enero a $110 a principios de marzo, en parte a causa del incremento de las existencias deseadas por motivos precautorios. A fines de enero de 2011 los riesgos de la oferta de petróleo pasaron a primer plano como resultado de los disturbios en Oriente Medio y Norte de África (OMNA).

Los aumentos de los precios de los alimentos fueron especialmente notorios en el segundo semestre de 2010 como consecuencia de los “importantes shocks meteorológicos” en la oferta. Específicamente, las condiciones meteorológicas adversas de 2010 mermaron las cosechas de trigo (Rusia y Ucrania), arroz, caucho, algodón y hortalizas locales (Asia meridional y sudoriental), maíz (Estados Unidos) y azúcar (India). En particular en Asia, el fenómeno climático La Niña se manifestó de una de las formas más severas de los últimos 50 años, lo que contribuyó a esa reducción, precisa el informe del FMI.

Según el organismo, las reacciones de los precios se vieron exacerbadas por restricciones comerciales (por ejemplo, la prohibición de la exportación de cereales en Rusia y los cupos a la exportación de cereales en Ucrania en 2010). Todos esos acontecimientos retrasaron la recomposición de las existencias, que en el caso de algunos cultivos importantes se mantuvieron en niveles muy bajos.

Los mercados de materias primas continuaron avanzando en el proceso de financialización. Los flujos netos hacia productos comercializados en la bolsa y swaps de índices de materias primas fueron significativos y mostraron niveles similares a los de 2009. Los activos vinculados a materias primas en gestión financiera alcanzaron un nuevo récord de alrededor de $376.000 millones al final de 2010, revela el informe del FMI.

Investigadores independientes, académicos y economistas de la FAO aseguran que la especulación financiera fue el principal detonante de la descomunal alza de precios de los alimentos, pero los “expertos” del FMI ponen en duda esa hipótesis.

“Los efectos de esos flujos siguen siendo objeto de debate pero, en teoría, el impacto que produce en los precios la inversión financiera en materias primas es ambiguo”, dice el informe del FMI.

Según los economistas del FMI, “por un lado, los inversionistas bien informados y racionales deberían sumar liquidez a los mercados de derivados de materias primas, lo que reduciría la volatilidad de los precios. Además, su presencia debería facilitar el descubrimiento de precios y mantenerlos más alineados con los parámetros fundamentales de la oferta y la demanda. Por otro lado, los inversionistas mal informados podrían dejarse llevar por sus emociones o por reglas rígidas de inversión en lugar de guiarse por los parámetros fundamentales, lo cual contribuiría a la volatilidad de los precios”.

“Como fiel reflejo de las ambigüedades del aspecto teórico –agregan los expertos del FMI– no existen datos empíricos sólidos de que la inversión financiera en materias primas haya sido un factor importante en los últimos ciclos de precios ni, a nivel más general, en la formación de los precios de las materias primas”.

El mercado de alimentos

El índice de precios de alimentos del FMI batió un nuevo récord a principios de 2011 tras haber aumentado alrededor del 41% desde mediados de 2010. Los aumentos de precios han sido generalizados, a la cabeza de los cereales, que treparon un 82%, mientras que otros grupos de alimentos superan los máximos previos, entre ellos las semillas oleaginosas, la carne, el azúcar y los frutos de mar.

Según el FMI, no existe un único factor que explique el repunte de los precios de los alimentos. En su criterio, el desencadenante fue “una serie de shocks meteorológicos, como sequías e incendios arrasadores en Kazajstán, Rusia y Ucrania (trigo), un verano caluroso y húmedo en Estados Unidos (maíz) y los efectos más generalizados de un fenómeno La Niña particularmente severo en torno a la cuenca del Pacífico (arroz, azúcar y hortalizas locales). En conjunto, esos shocks contribuyeron a una corrección a la baja de 2,7% en la producción mundial de cereales en 2010–11”.

Aunque la oferta ha mermado, la demanda de cultivos alimentarios principales se mantuvo sólida, en gran medida por el crecimiento de las economías emergentes. “El aumento de la demanda fue inusualmente fuerte durante la mayor parte de la última recesión mundial, y en la actualidad ronda 2,5%. Las economías emergentes, China incluida, son responsables de cerca del 70% o el 80% del crecimiento de la demanda  de los últimos tres años”, precisa el informe del FMI.

Una novedad notable es la creciente presencia de China como importador de cereales, sobre todo de maíz, después de muchos años de autosuficiencia. Ha sido particularmente vigoroso su consumo de semillas oleaginosas, incluidas las soja, al punto que China se mantiene como el mayor importador del mundo de semillas oleaginosas por un amplio margen.

El FMI resalta que la demanda de materiales básicos para biocombustibles también repuntó con más rapidez que la esperada, debido a que el sector del etanol de maíz de Estados Unidos se recuperó de las quiebras generalizadas de 2008–09. Los márgenes operativos del etanol siguen siendo estrechos, pero el sector cuenta con un respaldo considerable en materia de políticas, lo que permite reforzar los precios.

El aumento de los precios de los materiales básicos alternativos, en especial el azúcar, también sustentó la demanda de etanol de maíz. Alrededor del 40% de la cosecha de maíz de Estados Unidos, que equivale al 14% del consumo mundial total de maíz, se empleó como materia prima para elaborar etanol en 2010, un aumento de 5% con respecto al año anterior.

Todos esos factores contribuyeron a mayores exigencias para los mercados físicos, lo que demoró la recomposición de las existencias que se habían agotado en los nueve años que precedieron a la primera escalada mundial de precios de los alimentos ocurrida en 2008. Las existencias de algunos cultivos alimentarios, en especial las de maíz, siguen siendo muy escasas, lo que exacerba la volatilidad de los precios.

En los últimos años, el crecimiento de los rendimientos se desaceleró ligeramente, quizás a causa de la reducción de los subsidios estatales para la investigación y el desarrollo agrícola en las economías avanzadas. Para compensar la desaceleración, comenzó a incrementarse la superficie cultivada, después de dos décadas de estancamiento. Sin embargo, la expansión podría ser gradual, en parte por la relativa escasez de tierras productivas bien irrigadas.

Durante 2011, el fortalecimiento de la oferta también debería aliviar la escasez y disminuir precios modestamente, pero los precios tienden decididamente al alza. El mayor riesgo a corto plazo es que las últimas etapas de La Niña continúen amenazando las cosechas en 2011, advierte el FMI.

Además, los disturbios sociales de Oriente Medio y Norte de África podrían generar nuevas presiones al alza sobre los precios de los alimentos si los gobiernos de los grandes importadores de cereales dentro y fuera de esa zona incrementan los volúmenes de compra para garantizar una oferta suficiente de alimentos subsidiados.

El FMI prevé que llevará tiempo reponer los bajos niveles de las existencias, y los precios probablemente seguirán siendo más volátiles que de costumbre. Por esa razón, el organismo recomienda a los que gobiernos que se cercioren de que los pobres “tengan suficiente acceso a los alimentos mientras los precios se mantienen elevados”.

La coyuntura económica en América Latina

El FMI prevé que los países de América Latina y el enfrentarán nuevos retos a raíz de los altos precios de las materias primas y la fuerte afluencia de capitales. Para algunas de las economías más grandes, el sobrecalentamiento será un “riesgo significativo”.

La actividad económica real se incrementó alrededor de 6% el año pasado, después de contraerse 1% en 2009. La robusta demanda proveniente de China y los altos precios de las materias primas siguen sustentando esa fortaleza, y recientemente repuntaron también las exportaciones a otros destinos.

Las perspectivas para los exportadores de materias primas son en general positivas, pero los fuertes precios de materias primas de exportación y los flujos de capital podrían desencadenar auges de demanda y de crédito en diversas economías de ALC, que, de no ser controlados, podrían desembocar finalmente en un “colapso”, vaticina el FMI.

La afluencia de capitales ha generado tensiones para la política económica y hay indicios de un posible sobrecalentamiento en los países del grupo EMPFI. A pesar del respaldo que los precios de las materias primas representan para las cuentas corrientes, los déficits se están ampliando y se prevé que seguirán creciendo como resultado de una vigorosa demanda interna.

Por ejemplo, el crecimiento del crédito real en Brasil y Colombia está aumentando entre 10 y 20% al año. En Brasil el crédito per cápita se duplicó en los últimos cinco años. Estas condiciones en general pujantes guardan relación con el alza de la inflación en América del Sur y América Central.

En Bolivia, el índice de Precios al consumidor se situó en 2,5%  en 2010, y se pronostica que se disparará hasta el 10,4% en 2011.  El FMI calcula que la tasa de inflación de Bolivia será la segunda más alta después de Venezuela (29,8%). Argentina ocupará el tercer lugar con un alza de precios de 10,2%. El organismo internacional estima que la inflación en Bolivia bajará a 5,4% en 2012.

Según el FMI, existe el riesgo de que la presión inflacionaria recrudezca este año, debido a los pronunciados aumentos de los precios de los alimentos y de la energía, que llevarán a exigir salarios más elevados y a aumentar el gasto público en subsidios para la alimentación.

El riesgo de que los aumentos de precios de los alimentos y de la energía pongan en marcha una espiral inflacionaria es mucho mayor en las economías emergentes y en desarrollo, donde los hogares suelen gastar una elevada proporción de su ingreso en esos dos rubros.

El FMI recomienda políticas macroeconómicas “más estrictas”

Las políticas macroeconómicas de la región debieran considerar los riesgos de sobrecalentamiento, recomienda el FMI, y considera que será necesario adoptar políticas macroeconómicas “más restrictivas” en muchas economías emergentes. El reto para muchas economías emergentes y en desarrollo será evitar que las condiciones actuales, que parecen un auge, no se transformen en un sobrecalentamiento a lo largo del próximo año. Esto es más imperativo en las EMPFI.

En los países cuyas monedas no están sometidas a una importante presión al alza por la fuerte afluencia de capitales y cuya política monetaria es todavía expansiva, las tasas de política monetaria deberían avanzar con mayor rapidez hacia niveles más neutrales.  

Dada la tendencia histórica a adoptar “políticas procíclicas” en la región,  el FMI recomienda controlar “potenciales excesos de incremento del crédito interno y sostener los flujos de capital”. No obstante, la atención debería centrarse en políticas fiscales y monetarias “más restrictivas”, y posiblemente tolerar a corto plazo “cierto reajuste excesivo del tipo de cambio”.

En las economías con superávits externos, muchas de las cuales tienen un tipo de cambio dirigido y no enfrentan problemas fiscales, el endurecimiento de la política monetaria y la apreciación del tipo de cambio son necesarios para mantener el equilibrio interno ––poniendo freno a la presión inflacionaria y a la expansión excesiva del crédito–– y facilitar el reequilibramiento de la demanda mundial.

En algunas economías con superávits o con déficits, el rápido aumento del crédito y de los precios de los activos podría alertar sobre una amenaza a la estabilidad financiera. Según el FMI, las autoridades de estas economías deberán actuar pronto para poner a resguardo la estabilidad y construir sistemas financieros con mayor capacidad de resistencia.

Los shocks de precios de los alimentos han tenido un impacto especialmente profundo en los países pobres, generando presión política a favor de aumentos salariales y de una política fiscal más acomodaticia. Según el FMI, “esto debería atenderse con programas de apoyo social bien focalizados en los hogares pobres que luchan con los elevados precios de los alimentos”.

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