La ONU bloquea los experimentos de geoingeniería

En vez de esforzarse por reducir sus emisiones domésticas de CO2, un puñado de países de la OCDE y sus corporaciones impulsan controvertidos experimentos tecnológicos a escala masiva como solución a la crisis climática, pese a que “no se sabe lo suficiente sobre los sistemas de la Tierra como para tomar el riesgo de experimentar la geoingeniería en el mundo real”, alerta el informe Geopiracy – The Case Against Geoengineering (Geopiratería: los argumentos contra la geoingeniería), presentado por el Grupo ETC en la reunión de Nagoya.

El informe de 52 páginas advierte que los experimentos de geoingeniería, por la escala en la que tienen que realizarse, salen por completo de los parámetros científicos del mundo real, y quedan fuera de lo previsto por las legislaciones internacionales.

El documento demuestra que la geoingeniería no es simplemente un remedio técnico para el cambio climático, sino una cortina de humo impuesta por las naciones ricas que no asumen su responsabilidad de reducir sus emisiones y auxiliar al Sur global ante la inminente catástrofe climática.

La geoingeniería es “una estrategia política para que los países industrializados se liberen de la responsabilidad de su deuda climática”, evalúa el Grupo ETC. “Algunos de los que proponen esas tecnologías piensan que es más fácil manipular el sol que hacer que la gente utilice el transporte público”, comentó su director Pat Mooney.

“Los científicos pueden hacer investigación con proyecciones de computadora y en laboratorios, pero no tienen el derecho a experimentar directamente con la Madre Tierra, sin discusión previa entre gobiernos, sin acuerdos que incluyan la participación de la gente que será directamente afectada”, reclamó el responsable de programas del Grupo ETC en Filipinas Neth Dano.

Según el Grupo ETC, la geoingeniería violaría varios tratados internacionales, como por ejemplo el Convenio sobre Diversidad Biológica, la Convención sobre la Prohibición de Utilizar Técnicas de Modificación Ambiental (ENMOD), el Pacto  Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y la Declaración Internacional sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

El acuerdo de la CDB

La moratoria de la fertilización oceánica de 2008, negociada durante la Novena Conferencia de las Partes en Bonn, frenó una serie de riesgosos experimentos públicos y privados para capturar dióxido de carbono en las profundidades de los océanos mediante el vertido de nutrientes en la superficie marina.

Meses atrás, el organismo científico de la CDB propuso vetar una lista de actividades de geoingeniería más amplia que la prohibición de 2008, incluyendo técnicas de manejo de la radiación solar, liberación de aerosoles estratosféricos y el blanqueamiento de nubes, hasta que todos los riesgos e impactos hayan sido evaluados a profundidad.

En la sesión ministerial de la CBD en Nagoya, delegados de 110 países entendieron el riesgo potencial de la geoingeniería, y acordaron exigir a los gobiernos que no autoricen pruebas de campo mientras no hayan sido considerados en profundidad los riesgos para el ambiente y la biodiversidad, y los posibles impactos culturales y económicos.

El Secretariado del CDB debe informar sobre las diversas propuestas de geoingeniería que existen –como por ejemplo la iniciativa de la Royal Society del Reino Unido para bloquear de parte de la radiación solar mediante intervenciones de gran escala en la atmósfera, la estratósfera y el espacio exterior que alterarían las temperaturas globales y los patrones de precipitación–, y plantear posibles opciones de regulaciones intergubernamentales.

El presidente de las negociaciones sobre diversidad biológica y cambio climático comentó que el acuerdo constituye “un compromiso sumamente delicado”. Y es que a partir de ahora “cualquier experimento, sea de fuente pública o privada, que intente ahora manipular el termostato planetario violará este consenso de Naciones Unidas”, explicó la directora para Latinoamérica del Grupo ETC Silvia Ribeiro.

Según Pat Mooney, “la decisión es una victoria del sentido común y de la precaución, y da a Naciones Unidas el mando sobre la geoingeniería”, aunque no inhibe la investigación científica.  La decisión “no es perfecta” y algunas delegaciones están preocupadas por la “estrecha definición de geoingeniería”, que no incluye las tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, observó Neth Dano.

El peligro de los organismos sintéticos y las patentes En la reunión de la CBD se debatió también una moratoria sobre la liberación al medioambiente de formas de vida artificiales creadas por las corporaciones de semillas y agroquímicos más grandes del mundo. Meses atrás, los científicos del CDB recomendaron prohibir la liberación de estos organismos sintéticos porque amenazan el delicado equilibrio de los ecosistemas.

Hace seis años comenzó la negociación del Protocolo Complementario al Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología, caracterizada por una batalla entre países desarrolladores de tecnología e importadores de cultivos modificados genéticamente.

Brasil, uno de los mayores exportadores de transgénicos, saboteó la adopción de esta norma internacional que exige garantías financieras que cubran los daños causados a la biodiversidad y a la salud por los organismos modificados genéticamente (OMG).

Durante la última semana de negociaciones del 6 al 10 de octubre de 2010, la discusión se centró en el derecho de las Partes a exigir garantías financieras a unos pocos gigantes de la biotecnología como Monsanto, Syngenta, Bayer, BASF, Dow y Dupont, que controlan cerca del 90% del comercio de semillas transgénicas.

Generó mucha controversia la propuesta de ampliar el alcance del Protocolo para que también cubra los daños resultantes de los productos derivados de OMG, como una proteína, una toxina o un material derivado de un cultivo transgénico, como la harina.

Finalmente, Brasil apoyó la aprobación de un texto final considerado “débil” porque no establece responsabilidades claras para las empresas de la cadena de producción de transgénicos, y tampoco proporciona garantías efectivas que permitan tomar medidas suficientes para reparar el daño a la biodiversidad.

El texto final no menciona productos derivados de transgénicos, pero reconoce el derecho de los países a interpretar el Protocolo para que se aplique también a la responsabilidad por los daños causados por productos derivados de OMG.

Una vez que el Protocolo entre en vigor se harán estudios sobre las consecuencias ambientales, económicas y sociales de los OMG y sobre las modalidades de garantía financiera. Hasta entonces, se reconoce el derecho de los países a pedir seguros para la importación de OMG.

El informe The New Biomassters: Synthetic Biology and the Next Assault on Biodiversity and Livelihoods (Los nuevos amos de la biomasa: biología sintética y el próximo asalto a la biodiversidad) del Grupo ETC denuncia que las agrocorporaciones están acumulando patentes de amplísimo espectro sobre genes múltiples, en una apuesta por controlar la biomasa vegetal del planeta.

El Grupo ETC identificó más de 262 familias de patentes, de las que derivan 1663 patentes (solicitadas y otorgadas) de propiedad sobre vegetales tolerantes al estrés ambiental (sequía, calor, inundaciones, heladas, salinidad). DuPont, Monsanto, BASF, Bayer, Syngenta y sus aliados acaparan tres cuartas partes de las patentes. Solamente DuPont, BASF y Monsanto poseen dos terceras partes del total, mientras que investigadores del sector público detentan apenas el 10%. Este puñado de multinacionales presiona a los gobiernos para que acepten un sistema de patentes de vida, considerada la privatización más amplia y peligrosa de la historia, y “la última forma de la biopiratería”, según la directora de la Research Foundation for Science, Technology and Ecology de India Vandana Shiva.

“Los gigantes genéticos quieren que los gobiernos del Sur abran sus mercados a sus cultivos modificados genéticamente… y que a cambio de esas tecnologías no probadas renuncien a su soberanía nacional sobre la biodiversidad, la biomasa y todo lo que deriva en alimentos”, dijo Silvia Ribeiro.

La investigadora consideró que las corporaciones “amenazan con restringir totalmente el acceso a la biomasa y al suministro de alimentos en el futuro”, ya que “el alcance de muchas de estas patentes sobre genes diseñados para el clima es aterrador: en muchos casos, una sola patente reclama la propiedad de secuencias genéticas que podrían desarrollarse en virtualmente todos los cultivos importantes del planeta, así como en el procesamiento de alimentos para humanos y animales”.

Más información:

El informe Geopiracy – The Case Against Geoengineering  estará disponible en Un documento de contexto puede verse en http://www.etcgroup.org/es/node/5204

Los textos completos de las decisiones relevantes sobre geoingeniería, por ahora solamente en inglés, pueden consultarse en http://www.cbd.int/cop10/insession/?tab=0

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