Preocupados por la vida diversa

En este último trimestre de 2010, declarado por la ONU Año Internacional de la Diversidad Biológica, se acentúa el sabor amargo de la frustración ante lo que a muchos resulta una nueva burla contra grandes metas de la comunidad mundial.

Porque en este año se debían alcanzar sensibles reducciones en la pérdida de la diversidad biológica del planeta, de acuerdo con el compromiso rubricado por numerosos jefes de Estado hace ocho años en Johannesburgo, Suráfrica, en la Cumbre de Desarrollo Sustentable de la ONU.

En 2005, la Cumbre Mundial sobre Biodiversidad realizada en París, ratificó la urgencia de mitigar tal problema hacia el 2010, cuando se conoció que unas 76 mil especies estaban en peligro de extinción.

De estas, 16 mil pertenecían al llamado reino animal y unas 60 mil al vegetal.

El ritmo de deterioro y pérdida de la biodiversidad fue valorado por entonces, en opinión de especialistas, de 100 a 200 veces superior al esperado por motivos naturales.

A mediados del pasado septiembre, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anunció que no se alcanzaría ese objetivo en 2010.

Ban identificó a la actividad humana, dirigida a la deforestación, cambios en los hábitats y degradación de los suelos, así como a las variaciones del clima entre las principales causas de los vergonzosos saldos reportados.

Este mes habrá una oportunidad de ahondar nuevamente en ese tema, en esa herida, se podría decir, cuando se realice la Conferencia de las Partes (COP 10) sobre Diversidad Biológica en Nagoya, Japón, del 19 al 29 de octubre.

La opinión de la ciencia

«Los cambios en el clima ejercen una presión adicional y ya han comenzado a afectar la biodiversidad», se confirma en un informe elaborado en 2002 bajo los auspicios de Robert Watson, entonces presidente del Panel Internacional de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

También subraya el informe del IPCC que en ese ámbito la actividad humana ha causado y seguirá causando pérdidas a la biodiversidad.

Los cambios en el uso y cubierta de los suelos, la contaminación y degradación de los terrenos y las aguas, fragmentación de los hábitats, la explotación selectiva de especies y el agotamiento del ozono estratosférico, están entre las causas que aceleran la pérdida de biodiversidad.

El cambio climático, originado también por el hombre, aunque también concurran procesos netamente naturales, añade más leña a la hoguera donde se quema la vida natural.

El incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero está llevando a un incremento de la temperatura global.

A lo largo de todo el siglo XX esta subió en la superficie marina y terrestre, un proceso que persiste y aumenta.

Esta subida de temperatura, que se espera promedie entre los 1,4 y 5,8 grados a finales de la actual centuria, está haciendo variar los patrones de las precipitaciones, tanto en espacio como tiempo, en todo el planeta.

Los expertos también han constatado cómo se ha elevado el nivel del mar, en correspondencia con el incremento de la temperatura.

Ha aumentado la frecuencia e intensidad de los fenómenos asociados a El Niño.

Ello ha conllevado que en algunas regiones se hayan alterado negativamente los ciclos de reproducción de algunos animales y plantas.

Otro de los procesos vitales afectados en especies animales son sus flujos migratorios, tan necesarios para que en la confrontación con otros congéneres, se fortalezcan genéticamente.

Es decir, se está afectando su sobrevivencia.

Ya se observan anomalías, algunas decisivas para la conservación de sus táxones.

También hay perjuicios en la distribución natural de las especies, el tamaño de poblaciones y la muerte de individuos, algunos decisivos para la sobrevivencia de sus iguales.

Los científicos también auguran que las regiones costeras y las de ubicación planetaria alta serán bastante afectadas.

Sistemas como bosques, manglares, vegetación de riberas y arrecifes coralinos menguan su salud, por efecto de los cambios del clima.

En el caso de los manglares y corales, son necesarios no sólo a los medios marino y costero. Se ha demostrado que ayudan a la protección humana en caso de eventos extremos, al mitigar la brusca subida del nivel de las aguas.

Las naciones más pobres

Se dice que gran parte de la biodiversidad terrestre se atesora hoy en las naciones más pobres. Otra de las grandes paradojas que pueden verse.

Los países más empobrecidos satisfacen el 90 por ciento de sus necesidades de alimentos, medicamentos y combustibles a partir de los ecosistemas naturales donde habitan.

La dependencia de los pobres con el entorno es mucho mayor que la de los ricos.

Asegurarles la recuperación de los medios donde viven es también garantizar una vida digna y el desarrollo de millones de personas -70 por ciento de la población mundial- que en Asia, América Latina y África, principalmente, subsisten bajo el umbral de pobreza.

De modo que apostar y sobre todo trabajar y luchar por la recuperación de la biodiversidad del planeta, es un acto necesario para la salvaguarda de la Madre Tierra. Igualmente, un acto de justicia y solidaridad con millones de seres pertenecientes a la especie del Homo sapiens.

Hacer de Nagoya un campo no baldío para seguir avanzando en esos objetivos es otro deber de los que allí nos representen, con nuestra vigilancia y respaldo.

* Redacción de Temas Globales de Prensa Latina.

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