El pronunciado y sostenido aumento de precios de una amplia gama de productos básicos registrado entre 2003 y principios de 2008 es uno de los de mayor alcance y duración de la historia. Para mediados de 2008, los precios de la energía en dólares habían subido 320 por ciento y 296 por ciento los de los productos mineros respecto a enero de 2003, según el Informe sobre el Comercio Mundial 2010 de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Desde junio de 2010, los precios del trigo aumentaron casi 50 por ciento, la mayor alza en más de tres décadas, informó The Financial Times el 2 de agosto. Por otro lado, entre el 27 de agosto y el 3 de septiembre de 2010, el precio del trigo en la bolsa de Chicago subió 6,9%.

Los precios de la libra de azúcar promediaban 28,38 centavos de dólar en enero de 2010, treparon hasta 30 centavos a inicios de febrero, y a principios de septiembre se situaron en 21 centavos la libra y 592 dólares la tonelada métrica de refino o blanco para entrega en octubre. El 6 de septiembre, la tonelada cerró a 595,20 dólares en el mercado de Londres.

Las grandes fluctuaciones de precios de los productos básicos se deben a una combinación de factores económicos fundamentales: el boyante crecimiento económico de las economías emergentes, los límites de la capacidad productiva a corto plazo y los precios relativos de los productos de sustitución de los recursos, explica el Informe sobre el Comercio Mundial 2010 de la OMC.

Según la OMC, en comparación con los decenios de 1980 y 1990, en el período 2002 – 2007 se registraron grandes incrementos anuales del consumo global de los principales productos básicos debido al rápido crecimiento económico, a la industrialización y a la urbanización de varias economías emergentes.

Los vínculos entre los diferentes mercados de productos básicos también han influido en las recientes fluctuaciones, asegura la OMC. Por ejemplo, el incremento de los precios del petróleo afectó a los precios de otros productos básicos, entre ellos el carbón, que sustituyó al petróleo en la producción de electricidad.

La FAO considera que el aumento de precios de los alimentos se debe al incremento de la demanda de carne, al uso de biocombustibles y a los fenómenos climáticos provocados por el cambio climático, como por ejemplo la inusual sequía en Rusia que afectó a la producción de cereales.

Operadores y analistas de todo el mundo culpan a las inversiones financieras, ya sean especulativas o comerciales, de la creciente volatilidad y del alza de precios de los productos básicos en los últimos meses.

La OMC duda que los “especuladores” hayan desempeñado una función importante y más bien ve “indicios” de que las inversiones no tradicionales en productos básicos “han retrasado o moderado la volatilidad de los precios, en lugar de generarla o aumentarla”.

Los mercados de productos básicos

Hay tres categorías de mercancías en la Clasificación Uniforme para el Comercio Internacional (CUCI): productos no especificados, productos manufacturados y productos primarios que incluyen a los recursos naturales, a los productos alimenticios y a otros productos cultivados.

La OMC clasifica los recursos naturales en tres grupos: 1. Pescado, 2. Materias primas (cueros, pieles, caucho, corcho, madera, fibras textiles, productos animales y vegetales en bruto…) y 3. Combustibles y productos de la minería.

Los recursos naturales se han convertido en una nueva “clase de activos” que permiten diversificar la cartera general de inversiones de los bancos, fondos de cobertura y otros inversionistas “no tradicionales” que participan en mercados de productos básicos.

En sus transacciones diarias, los inversionistas “no tradicionales” no reciben ni entregan productos físicos; por lo general negocian, de forma electrónica o verbalmente en un corro, contratos “de futuros”. [1]

Los contratos “de futuros” representan el compromiso de comprar o vender una determinada cantidad de un producto subyacente en un plazo futuro, que puede oscilar entre algunos meses y varios años, a un precio acordado en ese momento.

El comprador de “futuros” asume los riesgos que otros participantes del mercado no quieren correr, atenúa la incertidumbre ante una eventual alza de precios, y a cambio exige una recompensa.

El negocio consiste en obtener un beneficio de la previsión acertada de los movimientos de precios en el interín (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo – UNCTAD, 2001), es decir en lucrar con la “especulación” de precios.

Por definición, los especuladores compran un activo no para utilizarlo sino para revenderlo con la expectativa de que aumente su valor a la larga, o venden un activo prestado con la esperanza de que pierda valor a corto plazo.

Los mercados de productos básicos están altamente concentrados y la mayoría de las transacciones tiene lugar en Estados Unidos, Reino Unido, Japón y China. De hecho, las 11 bolsas principales de productos básicos, por el volumen negociado, están en algunos de esos cuatro países, según la OMC.

El grueso del negocio de productos básicos en Estados Unidos son las operaciones con energía y futuros agrícolas; las transacciones de metales en Reino Unido; la energía y los metales preciosos en Japón, y los productos agrícolas en China.

El papel de los inversores no tradicionales

La OMC minimiza las culpas y responsabilidades de los especuladores financieros en el espectacular aumento de precios de productos básicos registrado desde 2006.

El comercio especulativo puede incrementar los precios únicamente si induce a retener los productos fuera del mercado y constituir existencias. Pero, el volumen de las existencias de diversos productos no ha variado o incluso ha descendido, lo que invalida toda idea de posible “acaparamiento”, argumenta la OMC.

El organismo observa que hubo una gran volatilidad de precios en determinados mercados de productos básicos con escasa participación de inversores no tradicionales; deduce que las fluctuaciones de precios se deben a una combinación de factores de mercado como la oferta y la demanda.

Sin embargo, la oferta y demanda no pueden explicar totalmente el aumento drástico de precios hasta niveles extremadamente elevados, aducen muchos investigadores y expertos. En su criterio, los desequilibrios del mercado y la volatilidad de los precios, cuando menos, fueron amplificados por el rápido crecimiento de las inversiones “no tradicionales” en los mercados de futuros de productos básicos. [2]

Después del derrumbe de los mercados financieros e inmobiliarios en agosto de 2007, inversores no relacionados con el comercio de productos básicos volcaron grandes cantidades de dinero en el mercado de futuros, tanto en bolsas organizadas como en mercados extrabursátiles.

Se estima que las inversiones especulativas en futuros de commodities aumentaron de menos de cinco mil millones de dólares en 2000 a 175 mil millones en 2007. En los últimos nueve meses de 2007 los capitales invertidos en mercados agrícolas se quintuplicaron en la Unión Europea y se multiplicaron por siete en Estados Unidos. [3]

Goldman Sachs, Citigroup, Bank of America, Deutsche Bank, Morgan Stanley, HSBC y JP Morgan Chase usaron cada vez más alimentos básicos como objetos de especulación bursátil. El fundador de Black Earth Farming y ex gerente de capitales de Carlyle e Invesco, Mikhail Orlov confesó que “el truco es no solamente cosechar cultivos sino cosechar dinero”. [4]

A mediados de 2008, los grandes fondos de inversión controlaban entre el 50 y 60% del trigo y ya habían comprado la mayor parte de la cosecha de soya de los próximos años. [5]

En la ronda de 2009, Goldman Sachs apostó más de 5 mil millones de dólares en derivados financieros y contratos futuros de trigo, café y cacao, y los precios del trigo se triplicaron. [6]

Entre 2003 y 2008 las inversiones en materias primas crecieron 20 veces, de 13 mil a 260 mil millones dólares. Entre 2004 y 2008, la participación de los agentes financieros en el mercado de futuros del petróleo pasó del 33 al 50 por ciento, mientras que la participación de los agentes tradicionales, como productores, refinadores y vendedores al por mayor, cayó del 31 al 15 por ciento, resalta el informe del comercio mundial 2010 de la OMC.

Sin duda, la “manada” de fondos y bancos que lucran con la variación de precios de productos básicos generó una burbuja especulativa y un gigantesco incremento de precios absolutos de las materias primas.

En 2008, una investigación del Comité de Seguridad Interior del Congreso de Estados Unidos concluyó que el alza de precios de las materias, en especial del petróleo, no obedecía a “una crisis de oferta” sino a la especulación internacional.

En 2009, economistas de todas las tendencias políticas, incluidos liberales de derecha, sermonearon a la comunidad internacional por ignorar el grave impacto de la “financiarización de los mercados agrícolas” en la seguridad alimentaria del planeta; mientras que el Vaticano deploró y condenó la pecaminosa especulación con los alimentos.

El Banco Mundial recomendó “considerar mejor el alcance y los motivadores de la volatilidad de los precios alimentarios”, propuso continuar desarrollando “productos de seguro innovadores”, y creó en septiembre de 2009 un fondo de fideicomiso con los 20 mil millones de dólares prometidos por el G8 para apoyar a la agricultura sostenible, además de ofrecer 1.500 millones de dólares de recursos propios en el marco del Programa Global Agrícola y Alimentario (GAFSP – Global Agriculture and Food Security Program).

En agosto de 2010, el director general de la FAO Hafez Ghanem convocó a una reunión de urgencia el 24 de septiembre en Roma para analizar la debilidad del sistema alimentario global y la volatilidad de precios que aviva el descontento en Egipto, Serbia, Pakistán y otros países. Al menos siete personas murieron en Mozambique en manifestaciones de protesta por el aumento del costo del pan.

Los especuladores financieros, los terratenientes multinacionales y muchos otros secuaces de la tristemente célebre banda que “liberalizó” el comercio agrícola mundial son los principales responsables de la monumental crisis alimentaria que afecta a una sexta parte de la humanidad. Todo el mundo lo dice, excepto, claro, los doctores del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de la OMC.

Notas:

[1] A mediados del siglo XIX se creó el Chicago Board of Trade, un mercado central de cereales que permitiría a los campesinos vender sus cosechas directamente y al contado, considerada la bolsa de productos básicos más antigua del mundo.  En 1991, el banco Goldman Sachs inventó el fondo del índice de materias primas que ha tenido un gran éxito gracias a la tolerancia de la Comisión Estadounidense de Comercio con Futuros de Materias Primas (CFTC en inglés) que permitió a los especuladores operar sin limitaciones, afirma Wallace C. Turbeville, ex presidente del consejo de administración de la empresa de inversiones VMAC LLC, y vicepresidente de Goldman, Sachs & Co. Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3464

[2] Chevillon y Rifflart, Cifarelli y Paladino y Sornette (2009), Frederick Kaufman: “The Food Bubble”, revista Harper’s.

[3] Paul Waldie, “Why grocery prices are set to soar”, Globe and Mail, Toronto, 24 de abril de 2008

[4] Jorge Altamira; Prensa Obrera. Domique Baillard, Le Monde Diplomatique, 2008

[5] Serge Halimi, “El FMI y el hambre”, en Le Monde Diplomatique, mayo 2008

[6] Organización civil británica World Development Movement (wdm.org.uk) y Deborah Doane, The Guardian, 22/7/10. Fuente: Alfredo Jalife-Rahme, La Jornada, http://www.jornada.unam.mx/2010/08/04/index.php?section=opinion&article=018o1pol

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