Este anteproyecto presentado por la diputada Gloria Ticlla recoge las preocupaciones de instituciones y organizaciones sociales acerca de la introducción descontrolada al mercado nacional de productos alimenticios que se encuentran elaborados con elementos transgénicos que experimentan laboratorios europeos y estadounidenses.

Luego de identificar observaciones, sugerencias y aportes para el documento, el proyecto sería modificado y entregado para su discusión, la cual se piensa que será realizada recién en la próxima legislatura, es decir en la nueva Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), órgano del Estado que será conformada de acuerdo a los resultados de las elecciones del 6 de diciembre.

En este sentido, el asesor de la diputada, Favio Torres, señaló que la intención del proyecto es precautelar la seguridad de las personas, “no estamos prohibiendo nada, sólo queremos que las personas tengan seguridad y sepan elegir sus alimentos. Queremos que la gente pueda identificar lo que consume”.

El articulado

En la parte central del proyecto el artículo 1 señala que “la presente ley tiene  como objetivo garantizar el derecho a la información de las personas en relación  a  los productos destinados al consumo humano, en cuya elaboración y/o producción  se hayan empleado ingredientes o aditivos de organismos genéticamente modificados”.

El articulo 2 hace una definición básica para la aplicación de la ley, donde “se entenderá por organismo genéticamente modificado (OGM) o transgénico a los  productos que tienen un gen de otra especie incorporado a su mapa genético de manera artificial, es decir, un organismo vivo que ha sido creado artificialmente”.

Como parte fundamental, el articulado establece que “todos los  productos transgénicos y que ingresen a territorio nacional deberán contar con el etiquetado  obligatorio”, además, que estos productos “que se expendan a granel, sin envase, debe incorporar una información veraz acerca de su historial (Origen del Producto, Identificación del Fabricante, Comercializador Autorizado en Bolivia, Información Técnica del  Producto, Razón Social, Domicilio Legal)”.

En la señalización de envases y referencias que también tengan en su composición elementos transgénicos, el proyecto de ley señala que se indique “claramente en lugar visible para el  consumidor, señalando ‘transgénico u organismo genéticamente modificado (OGM)’”.

Por otra parte, de promulgarse esta ley el Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras queda autorizado para “crear un laboratorio especializado, con el propósito de analizar productos que ingresan y/o se producen en el País. Esto con el fin coadyuvar y controlar la producción e importación de productos adecuados para consumo humano”.

Como parte del control que se ejercería y “en caso de descubrirse en el laboratorio, productos y/o elementos de organismos genéticamente modificados (OGM), se obligará al fabricante y/o al importador que etiquete el producto (…), en caso de incumplimiento a lo dispuesto se prohibirá su importación y comercialización en el mercado nacional y será sancionado conforme a lo establecido en el Código Penal 216 num. 3 y  en cumplimiento del artículo 255 inc. 8 de la Constitución Política del Estado”.

Argumentos para la ley

En la exposición de motivos, el proyecto recuerda que la presencia de comestibles de contrabando o importados amenaza la supervivencia de los alimentos ecológicos y de alto valor nutritivo que existen en el país, además que, al estar elaborados o producidos con organismos transgénicos, ponen en riesgo la salud humana y medioambiental.

Los organismos genéticamente modificados (OGM) son seres vivos (vegetales o animales) que han sufrido la inserción o introducción artificial de pequeñas partes de otros seres en su mapa genético, es decir que mediante procedimientos de ingeniería genética han sido “cruzados” con otras especies con las que no podrían tener relación en la naturaleza.

De este modo se han originado productos como tomates con genes de animales, kiwis con genes de ratón, ovejas con genes de algodón o maíces con genes de escorpión, entre otros. De este modo, este método que se aparta de las leyes naturales y altera los procesos normales en la cadena alimenticia amenaza a las poblaciones humanas, en especial a niños y niñas, quienes ya han registrado mayor prevalencia a las alergias y la resistencia a los antibióticos.

Este peligro se encuentra en la mesa de los hogares bolivianos en más de 50 productos, principalmente en frutas y enlatados. Además, los elementos transgénicos han sido detectados desde 1997 en alimentos de donación, apenas un año después de que los OGM sean introducidos en el mercado. Entretanto, después de estos años los efectos ya se han manifestado en la salud de las personas y en los ecosistemas.

En el caso de la agricultura, pese a las intenciones de ocultar los daños que producen los OGM en los sistemas naturales, hasta el momento se han identificado varios efectos medioambientales, entre ellos la contaminación biológica de especies y de campos de cultivo con genes extraños; por otra parte, la utilización de grandes cantidades de agroquímicos, debido a la necesidad del mercado de transgénicos de negociar semillas modificadas junto pesticidas y fertilizantes que forman los paquetes tecnológicos.

Al utilizar estos paquetes, además de quedar atrapados por un sistema productivo con amenazas para la salud humana y animal y para el medio ambiente, los productores quedan a expensas de una dependencia económica que no les permitirá diversificar su producción o equilibrarla de acuerdo a las necesidades de su familia o la población que es su mercado inmediato, cayendo en una cadena de monocultivos.

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